Solo él comprende en toda su dimensión ese dolor, porque lo atraviesa, lo desgarra por dentro hasta la última de sus fibras más íntimas. El mundo llora la partida de Silvina Luna, por el desenlace horrendo y totalmente injusto, pero sobre todo Ezequiel Luna padece un calvario, un océano de tristeza.
La amada actriz recibió la despedida de sus seres queridos, de sus amigos y de sus colegas en el velatorio, que se realizó por la mañana en Núñez, y sobre todo en el entierro que se llevó a cabo en el Cementerio de la Chacarita y más precisamente en el Panteón de Actores.
Una enorme cantidad de personas se acercaron al responso, a ese instante definitivo, a esa última posibilidad de saludar, homenajear y llorar a esa luz cálida y vibrante que fue Silvina. En ese contexto, Ezequiel mantuvo una postura estoica, incluso muchos contaron que le agradeció a todos los presentes por formar parte.
Hasta que en la ceremonia religiosa, esas palabras que manifestó un cura no pudo más. El rosarino se movilizó internamente, se quebró y no logró contener las lágrimas. Una imagen fortísima que conmovió a absolutamente todos los que estuvieron en ese lugar y a los que lo vieron por la televisión.
EL LLANTO DEL HERMANO DE SILVINA LUNA
Abrazado a Gustavo Conti, un amigo de fierro y de extrema confianza de Silvina, Ezequiel se sumió en un estado angustiante y de manera lógica por todas las emociones que latían en su alma lloró desconsoladamente. Un episodio conmovedor.
Ese hombre que dejó su tierra natal, Rosario, para instalarse en Buenos Aires cuando su hermana empeoró en su cuadro de salud, que se ofreció como donante de un riñón y que nunca se separó de su lado en estos últimos meses sufre como nadie esta partida a otro plano de la queridísima Silvina Luna.