De a poco, con cada noche que pasa, los participantes de MasterChef Celebrity se van arrimando a lo que será la gran final de esta segunda temporada de famosos, la cual ya fue grabada en los días pasados y trajo como consecuencia algunos escándalos.
Sin embargo, para todos los espectadores, los cocineros siguen batallando en los estudios de Telefé para obtener una de las estrellas más importantes del certamen que los podrá dejar ubicados en el balcón y lejos de la gala de eliminación que se lleva a cabo cada domingo.
En la gala del martes, los famosos se sometieron a un “juego previo” antes de comenzar sus preparaciones y se vieron obligados a participar de una subasta en la que peleaban por diversas carnes exóticas ofreciendo como parte de pago sus minutos de cocción.
Cabe destacar que cada uno de los concursantes contaba con 90 minutos y cada proteína mostraba una base a gastar, como por ejemplo 30 o 40 minutos de cocción mínima. Dentro de ese contexto, también reposaban sobre una mesa las diversas campanas con la carne oculta, para que los participantes hagan "el duelo" sin saber cuál sería la próxima.
La primera campana misteriosa develó carne de yacaré y los gestos de desagrado e incertidumbre se hicieron presentes en toda la cocina. Sin embargo, astutos, los famosos asumieron que si aquella era la primera muestra, las siguientes serían aún más complicadas, por lo que empezaron a ofrecer sus minutos.
Quien se la llevó fue Georgina Barbarossa, que se mostró segura y continuó levantando su cuchara de madera para dejar en claro que ella quería obtener aquel ingrediente. Sin embargo, María O’Donnell le hizo a Santiago del Moro una consulta sobre la modalidad del juego y en ese entonces, Georgina se dio cuenta de que no había entendido nada de la consigna.
“No termino de entender”, apuntó María mientras le preguntaba al conductor: “60 es 60 menos que los 90, ¿no? O sea, si gasto 60, ¿me quedan 30 para cocinar?”. Acto seguido, del Moro le confirmó su consulta, a lo que Barbarossa gritó: “¡Ay no! Me di cuenta ahora… ¿Puedo repetir?”
Y con cara de consternada disparó un divertido chiste que causó la gracia de todos sus colegas, salvo la suya ya que se llevó la peor parte dentro de la cocina: “No es un yacaré, es un ‘ya cagué’. Soy una imbécil. Entendí todo como el culo”.
