Con entereza y con un gran sentido de la resignación, Mónica Cahen D´Anvers participó del doloroso y emotivo último adiós a quien fue su pareja por más de 40 años, César Mascetti, quien falleció en el día de ayer después de pelear bravíamente contra un tumor en las vías biliares.
Mónica llegó al cementerio junto a un grupo de familiares, amigos y conocidos que decidieran acompañarla en esta instancia tan angustiante de su vida en la que le tocó despedir a quien fue su compañero de ruta y de trabajo durante tanto tiempo.
Dentro de lo que se puede esperar en este tipo de circunstancias, a la histórica presentadora televisiva se la vio golpeada pero entera y sabiendo, en el fondo, que César "dejó de sufrir" después de sostener en el último tiempo una desigual batalla contra la enfermedad que le habían diagnosticado. "Gracias por todo esto. Tata estaría contento. Un abrazo. Gracias por todo, es todo lo que quiero decir: Gracias"
A Mónica la retempló, bastante, la enorme corriente de afecto, cariño y amor que notó en las últimas horas por el "Gaucho", como lo llamaban quienes compartieron trabajos junto a él. No hubo una persona que no lo despidiera hablando bien y destacando la calidad de persona, de periodista y de compañero de laburo que era. Así lo hicieron saber, serenamente, quienes forman parte del círculo de personas más allegadas a ella.
Con el pelo entrecano, protegida por un saquito negro bastante sencillo y que se puso por encima de una polera blanca (la mañana estaba "linda" pero también bastante fresquita), se la vio dar pasos lentamente, aferrada a los suyos, sosteniéndose en ellos. Así será la vida de ahora en más.
"Mónica y César" eran dos personas pero fueron, casi, uno solo. Resultaba imposible pensarlos por separado, individualmente. Lo será ahora también. Verla a Mónica, saber de ella, a sus 87 sabios "pirulos", será también recordarlo a él. Con respeto, el recuerdo amable y mucha admiración, la redacción de Paparazzi saluda a toda la familia.