Nadie se lo imaginaba, pero sucedió. Lionel Messi y el Barcelona separaron sus caminos tras décadas de transitar juntos, de crecer a la par y sobre todo de construir un imperio de títulos en la mejor liga del mundo, el continente y el planeta.
El baldazo de agua fría arrancó el viernes con la noticia estridente que el club catalán no pudo afrontar diferentes restricciones económicas, supuestamente hundido en una crisis financiera y que a pesar de las intenciones de ambas partes no había vías para firmar un contrato.
Desde ese momento se aguardaba la palabra de Lio, que llegó este domingo con una despedida impresionante en el Camp Nou, aunque lejos de recibir el amor de los hinchas, sino en una conferencia de prensa muy emotiva.
Messi lució visiblemente quebrado emocionalmente, al límite de arrancar ya su discurso con las lágrimas que le borboteaban de los ojos y con un tono de voz quebrado, sin posibilidad de hablar sin que el llanto interfiriera en su alocución.
"Mucha tristeza porque me tengo que ir de este club al que amo y en el que no lo esperaba. Nunca mentí y siempre fui de frente diciendo la verdad. El año pasado quería ir y éste no, por eso la tristeza", exteriorizó el crack.
El evento contó con la participación de sus compañeros de plantel, que lo acompañaron en esa atmósfera de congoja. Además, claro Antonela Roccuzzo estuvo en la primera fila, firme, atenta y movilizada en compañía de sus tres pequeños hijos.
Justamente la esposa de Lio detectó que su marido no podía frenar el llanto y se levantó de su silla, se acercó al atril y le entregó una serie de pañuelos descartables. Todo un gesto de amor, de compañerismo, de fidelidad y de conocerlo como nadie.