Las lágrimas inundaron el firmamento de la cocina, de ese universo maravilloso en el que iluminaba con su talento, su amabilidad, su capacidad de construir un puente con el público. Guillermo Calabrese apagó su luz el viernes, a los 61 años, y generó un efecto de congoja, tristeza y también de reconocimientos.
El afamado cocinero partió a otro plano por una muerte súbita, que ocurrió en plena madrugada. Desde ese aciago desenlace, se replicaron los mensajes de compañeros de ruta, de amigos, de colegas con la coincidente tesitura de destacar su personalidad afable y cariñosa.
En el devenir de la edición del domingo de La peña de morfi, Santi Giorgini se detuvo un minuto de sus obligaciones para recordar a Guillermo y armó un discurso conmovedor para resaltar el vínculo que supo construir con Calabrese, así como para ponderar sus virtudes.
El chef miró a cámara y con una honda sensibilidad expresó: “Estamos acá los tres cocineros y quisimos tomarnos un minuto. El viernes pasado falleció Guillermo Calabrese, El Cala, como era conocido”. En compañía de la pastelera Mirta Carabajal y Rodrigo Cascón.
LA BELLA DEDICATORIA DE LA PEÑA A CALABRESE
Santi continuó con el relato de su experiencia personal, de todo lo que vivió con Guillermo “Me tocó compartir durante bastante tiempo la pantalla de un programa. Un profesional increíble. Maestro de maestros. Una buena persona, súper generoso y siempre con una sonrisa adelante y detrás de las cámaras”.
Asimismo, Carabajal también le dedicó un concepto muy cálido a Calabrese y exteriorizó: “Tuve el honor de conocerlo y de trabajar con él. No solo un gran cocinero, sino una persona de excelencia. Así que Cala, un besito al cielo”. En tanto que Cascón manifestó: “Yo no trabajé con él, pero lo conocí y era un ejemplo del amor por la cocina, de la cocina simple para la gente”.