Empezaron la semana en la tele festejando sus 49 años con una torta y con música. La terminaron en un cementerio llorando su muerte y brindándole el último adiós. El vaivén anímico y emocional de los compañeros de Mariano Caprarola en La Jaula de la Moda sintetiza los sentimientos de toda la gente.
Familiares, amigos, conocidos, aquellos que laburaron con él o compartieron algún espacio mayor o menor asistieron entre incrédulos, tristes, angustiados y sorprendidos a su llegada al Jardín de Paz de Pilar, donde por decisión familiar fue cremado. Nadie entiende qué pasó y todavía cuesta aceptar que es verdad.
Había otro clamor reinante entre todos los que se le animaron a una jornada que pasó de una mañana húmeda, gris y lluviosa a una tarde muy soleada pero también bastante fresca y demasiado ventosa: se pedía justicia, esclarecimiento y, sobre todo, algún tipo de castigo o pena para el doctor Aníbal Lotocki, a quien todos responsabilizaron por la muerte del productor de modas, quien describió varias veces el calvario que sufrió después de ser operado por el médico más polémico y cuestionado del país.
Entre los que lloraban, se daban fuerzas y reclamaban castigo para el médico se pudo ver a Anamá Ferreira, Horacio Cabak, Claudio Cosano, Benito Fernández, Fabián Medina Flores, el empresario Eduardo Constantini y su esposa, la modelo Elina Fernández Fantacci.
El dolor de cada uno de los que fueron sumado y multiplicado no alcanzaba siquiera para compararse con el que agobiaba a la mamá de Mariano, una señora de más de 80 años a la que cariñosamente llaman Pady. Su penuria fue resumida en un par de líneas por Horacio Cabak, quien se había vuelto alguien muy querido por el asesor de vestuario.
"Mirá, Mariano vivía para la madre, y a ella le pasaba lo mismo. El era la luz de sus ojos. Mariano tenía algo que lo carcomía por dentro. A él se le murió un hermano, y nos decía "a mi mamá se le murió un hijo de cáncer, y yo no puedo creer que fui tan boludo de meterme un cáncer en el cuerpo", recordó el conductor de La Jaula.
Caprarola, un muchacho que entendía de ropas, maquillajes, peinados y accesorios por igual, murió repentinamente cuando estaba por recibir el alta luego de haberse sometido a un proceso médico para que le extrajeran "unas piedras" que habían detectado en su organismo. Las formaciones, según los primeros relevamientos, serían una derivación directa del "metacrilato" que le inyectaron en el cuerpo cuando pasó por una cirugía plástica que estuvo a cargo de Lotocki.
"Y pensar que eran amigos y él hasta le salió de garante cuando abrió su primera clínica", se lamentaron en el ingreso al camposanto. Su deceso se produjo en el IADT, el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento, una reconocida institución médica ubicada en el barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires.
DOLOR EN EL ULTIMO ADIOS A MARIANO CAPRAROLA
Ubicado a la vera de la ruta Panamericana, en la colectora oeste de Pilar, el Jardín de Paz presenta esa extraña mescolanza que ofrecen este tipo de cementerios: imágenes de un lugar que parece bonito, cuidado, prolijo, tranquilo y hasta con algo de color por las flores que dejan ver sus capullos, pero al que nadie quiere ir ni mucho menos quedarse.
En medio de ese paisaje y de ese silencio cortado nada más que por el silbido del viento o el aleteo de algún pájaro que cruza a toda velocidad, el contraste fueron la angustia y la pesadumbre de todos los que se acercaron a despedir a Caprarola. A "Marianito", o "Marian", como la mayoría le decía.
Hubo muchos famosos que optaron por evitar un momento tan fuerte tomando resguardo en las redes sociales, desde donde le brindaron un sentido adiós. Caprarola era famoso por su generosidad a la hora de dar consejos sobre qué pilcha tirarse encima para cualquier tipo de eventos a los que suelen ir los famosos: desde una alfombra roja hasta una conferencia de prensa, desde un casamiento hasta una entrega de premios, o desde una "foto del Bailando" hasta un programa cualquiera.
Aquellos que lo conocieron lo quisieron en vida y lo recuerdan, ahora, con un nudo en el estómago que de a poco se ira desatando hasta volverse un recuerdo un poco más confortable.
VIDEO E IMAGENES: CARLOS GONZALEZ