La historia entre Rocío Marengo y Eduardo Fort navegó por un sinfín de aguas, de toda índole, desde los dulces torrentes del amor hasta las tumultuosas olas de la incertidumbre. Todo, pero absolutamente todo atraviesa a esa pareja tan mediatizada.
En las últimas semanas se maximizaron las teorías de una crisis profunda, al punto que algunos medios se arrojaron a aseverar que se había terminado el lazo, que la blonda ya no caminaba a la par con el empresario chocolatero. Una versión que resonó en todo el ambiente.
Como si fuese poco, hace unos días, Rocío se animó a expresarse públicamente de su proyecto para cumplir con la maternidad y dejó pistas sobre su abordaje en soledad de semejante desafío, lo que sazonó con mayor sustento la posibilidad de un quiebre en la pareja.
“Quiero ser feliz sin molestar a nadie. Mi deseo es ser mamá y quizás no es atarme a un hombre para que sea el padre de mi hijo. Siento que yo sola puedo y que no necesito atarme”, exteriorizó en una entrevista que le brindó a Socios del espectáculo.
Justamente en el ciclo de el trece, que conducen Rodrigo Lussich y Adrián Pallares, se produjo el bombazo de la aseveración de un cierre definitivo del lazo entre Rocío y Eduardo. “Ella está cansada, ya no da para más, la remó, lo intentó, hizo todo en estos ocho años juntos”, contó Karina Iavícoli.
Ante todo este ruido mediático, Marengo adoptó una actitud llamativa, más precisamente ideó una manera muy particular de afrontar los rumores. ¿Qué hizo? La mediática grabó un video con Eduardo, en el que se los ve en una cena romántica del sábado a la noche y dijo a la cámara: “Imagen no apta para fuente sensible. Ay, perdón…tendría que haber avisado”.