Abel Pintos brilla, emana un aura luminosa, de esas que bañan con paz, armonía y empatía todo lo que tocan. El músico se destaca por su talento, pero también por esa personalidad tan particular, con esos rasgos que lo convierten en un ser único.
Casi no se conocen detractores de Abel, puede no agradar del todo su estilo musical, pero la inmensa mayoría lo remarca como una persona muy afable, con enorme poder de sensibilidad. Así se lo ve colaborar con cientos de causas solidarias, así como participar en proyectos con otros músicos.
No obstante, estos últimos días se hundió en una polémica, en una situación peculiar, que se posiciona en las antípodas de su comportamiento habitual. Llamativamente, los fanáticos del músico pegaron en el grito en el cielo por una decisión personal.
Resulta que Abel decidió frenar un rato su cotidianidad y sumergirse en el maravilloso mundo de la lectura y exhibió a su fandom el libro que lo atrapó: La Novena Casa. El texto fue escrito por Leigh Bardugo y refiere a una trama de poder, asesinatos y magia.
Hasta ese punto impecable, porque el cantautor abrió las puertas de sus gustos, de su privacidad. Pero no se detuvo en un detalle, dado que mostró que esa actividad la acompañó con un habano. Sí, Pintos publicó su afición por fumar, más allá que se vincula con una circunstancia esporádica.
Los fanáticos saltaron enseguida y lo llenaron de comentarios incriminatorios del calibre de: “No me gusta que fumes, ¿desde cuando? Además es perjudicial para la salud, no me defraudes"; "Cuida los pulmones flaquito, cigarro no. Que te queremos escuchar cantar toda la vida"; "Abel no fumes porfa!".