Wanda Nara y Mauro Icardi lideran una de las familias más mediáticas y reconocidas del mundo del espectáculo. Si bien la empresaria ya se había convertido en madre de tres varones fruto de su pasada relación con Maxi López, con el actual jugador del Galatasaray tiene dos hijas en común: Francesca e Isabella.
Más allá de la condición mediática que gira alrededor de la familia, lo cierto es que Francesca (al igual que todos los hijos del clan) creció rodeada por muchos estímulos, dentro de los cuales adquirió la capacidad de desarrollarse en diferentes actividades.
Ya fuese por el lado artístico de su madre como así también por el costado deportivo de su padre, lo cierto es que la pequeña terminó desarrollando una fuerte pasión por la música. Todo esto al punto de ser considerada una niña prodigio a su edad.
Hace unas semanas, Wanda viajó junto a cuatro de sus hijos rumbo a Estambul, acompañando a su esposo y ante la preocupación que se tejió por semanas debido a su cuadro de salud, recordando que está atravesando una enfermedad que todavía no dio a conocer.
Pero lo concreto es que la conductora de MasterChef comenzó a compartir varias fotos de la nueva vida familiar en Estambul. Allí dejó entrever algunas imágenes de su mansión, disfrutando junto a sus hijos y captando en un momento a Francesca tocando el piano.
Se trata de un video en el que la pequeña estaba tocando una melodía musical en el piano y que además es una de las más admiradas y respetadas por los grandes pianistas que son considerados prodigios. De hecho, dominar el piano desde tan pequeño muestran su enorme capacidad a corta edad.
Esto se debe a que tocar el piano permite desarrollar diferentes capacidades que, si se realizan desde chico, se convierten en una herramienta para afrontar mejor las situaciones de la vida. Un niño prodigio es aquel que antes de los 10 años domina algún uno o más campos artísticos o científicos.
Sin ir más lejos, vale destacar que tocar piano trae beneficios también en otros planos, mejorando la capacidad lectora y de lenguaje a causa de las partituras que se van leyendo a medida que avanza la melodía y, aunque sea difícil de creer, mejor la destreza en las matemáticas.
