El sentimiento de la culpa moviliza a diversas reacciones, entre las cuales se encuentra la búsqueda compulsiva de obtener la absolución de la otra parte a toda costa, con todo tipo de artilugios y comportamientos. Hasta pensar en un objeto material para conseguir ese perdón.
Mauro Icardi se erige en un ejemplo perfecto de estos mecanismos. El delantero pergeñó un engaño mayúsculo a su esposa Wanda Nara, con esa relación clandestina y oscura que tejió con la China Suárez y que se consumó en una noche de desenfreno y lujuria en un hotel de París.
El futbolista cometió una infidelidad mayúscula, con un vínculo digital que se extendió por meses y toda una logística articulada para traer desde Madrid a María Eugenia en ausencia de Wanda y reserva esa habitación caliente.
El Wandagate focalizó su atención en la intromisión de la China en el matrimonio, pero el verdadero culpable de toda esta traición fue Mauro, quien rompió los votos de confianza, las promesas de la pareja. No obstante, encontró con llamativa velocidad el perdón de Nara.
En todo ese contexto, Icardi se sumó a la incursión de Wanda en Argentina y llegó para celebrar la Navidad en la mansión de Nordelta que le perteneció a Maxi López y que se le cedió a su ex esposa como compensación por deudas en cuotas alimentarias.
Con cientos de contenidos, Wanda se exhibe liviana y amorosa con Icardi, como si nada hubiese sucedido. Así, la influencer mostró el regalo grandilocuente que le entregó Mauro. La mediática posteó las seis cajas de la exclusiva marca Hermès.
El contenido no se develó, y en su interior podrían contener desde las carteras más caras del planeta hasta anillos y todo tipo de accesorios. El diario Crónica publicó que Icardi invirtió más de 200 mil euros en estos obsequios a su mujer, un equivalente a la cotización blue de 4.600.000 pesos.