El paradigma conyugal se modifica, claramente, cuando el destino decide que dos partes se separen. Cuando sucede, fundamentalmente de joven, cambia el tablero y no solamente en todo lo referido a las rutinas y actividades. Hay que empezar a nuevo en muchas cosas. Los horarios y las ocupaciones varían definitivamente el rumbo cuando todo está programado para ser concretado de a dos.
Todo, juntamente con lo que representa realizar el duelo, algo que anímicamente repercute e influye en cada decisión que se pretenda tomar. Para rescatar el medio vaso positivo, si es que lo hay, habrá que apuntar a la posibilidad de rehacerse, como le sucedió a Soledad Silveyra (67). La actriz se separó de su marido, José María Jaramillo, en 1982, cuando ella transitaba un período de esplendor, en todo sentido. Aquella ruptura de su esposo se dio mientras Solita brillaba en diferentes ámbitos del show y, por supuesto, se encontraba reluciente por la fresca belleza que siempre la ha caracterizado. Por esa razón, no demoraron demasiado los pretendientes en hacerle conocer sus intenciones. Y ella les dio entidad a las propuestas que le llegaban de diferentes caballeros, de acuerdo con su interés, por supuesto.
Así, Soledad vivió intensos y recordados romances con David Viñas, con Miguel Angel Solá y con el Chaco Alvarez. Después se la vinculó con un remisero, una relación que ella misma reconoció. Siempre hubo diversos caballeros que le enviaban flores u otros presentes para ir ganándose su confianza. Ante tanto ofrecimiento, Solita fue abriéndose a las demostraciones y aceptó salir a tomar algo. Lo que llamó la atención, si se quiere, es que luego del remisero llamado Héctor, que la propia actriz presentó como su novio, ya no salieron a la luz romances oficiales que merecieran una confirmación pública. Raro, dado que candidatos no le faltan. Igualmente, todo aparenta tener una explicación.
Y los motivos de haberse inclinado por permanecer “Solita” responde a una “imposición” de sus nietas. “Las mayores no me dejan tener novio. ¡No quieren saber nada! Y bueno, habrá que explicarles a las chicas que el abuelo José no va a bajar del cielo y que la abu necesita estar contenta. Qué sé yo… cuidando las palabras, de acá a dos años lo iremos diciendo”,aclaró la actriz, quien más tarde fue directamente al grano y aseguró que “no hago el amor desde hace más o menos tres años”.
De igual modo, Silveyra no se queja: “A pesar de todas las cosas que me pasaron de chica y de las dudas que eso me generaba, puedo decir que tuve una sexualidad y un sensualidad plenas. Amé mucho a los hombres que estuvieron a mi lado, sobre todo a José, el papá de mis hijos. ¿Qué debería tener un hombre para que me guste? Primero no me fijo si son grandes o son jóvenes, o de qué clase social son. Para nada… ¡los grones me encantan! Lo que sí, tienen que hacerme reír, ser caballeros, que me abran una puerta o me corran una silla. Porque por más feminista que sea, eso me gusta”. Ahora, por fin, se entiende el porqué de su “Soledad”.
Soledad Silveyra más solita que nunca
Soledad Silveyra más solita que nunca