Bendito tu eres entre todas las mujeres: la vida del Polaco tuvo que ver, siempre, con ellas. Amante, novio, pareja, compañero, amigo, filito, toco y me voy, lo que sea, al cantante nunca le faltó alguien al lado para pasarla bien, soñar, enamorarse y también, cómo que no, protagonizar escándalos y peleas.
Tuvo decenas, cientos, miles. Pero otras hay tres mujeres en su vida que son sagradas, intocables, únicas. Tres mujeres por las que da todo, hasta su piel; sus hijas, que son su tesoro más preciado y a las que quiere con devoción. Sol, Alma y Abril.
Los nacimientos de cada una de ellas, además, sucedieron en distintas etapas de su vida, tanto profesional como personal. El Polaco se llama Ezequel Cwirkaluk y la combinación de origen, apellido medio difícil de pronunciar y totalmente imposible de escribir de corrido sin cometer un furcio, y pinta (rubiecito y de ojos claros) le valieron de pibe el único apodo posible en las calles de Caraza, Turdera y otros barrios del sur del Conurbano, ahí donde creció y se hizo hincha de Temperley: "El pola". ¿Qué le iban a decir con esas señas particulares, el tailandés?
El Polaco fue papá muy joven: tenía apenas 20 añitos couando conoció de pañales, mamaderas y madrugadas desveladas. Era una época intensa para él. Boliches-conciertos-recitales-noche-música-ritmo-tragos-amigos-autos-ruido-luces-giras-frenesí. Había que hacerse un nombrecito en el ambiente tropical y no era momento de decir que no a nada. Lo que salía se agarraba. Esa vida trae tentaciones a las que de chico es difícil resistirse.
El pudo haberla pasado bien, pero la que lo sufrió fue Karina La Princesita, por aquel entonces su pareja pero también una muchachita que no tenia ni el suceso ni la personalidad guerrera y combativa que le conocimos en los últimos años. Al contrario. Era sumisa, calladita, tímida. Contestaba con sus canciones. "Fuera de mi vida" o "Corazón mentiroso" por ejemplo. Cuando eran pareja no eran los "número uno" que son hoy pero ya se les veía pasta de campeones.
La relación no prosperó, pero les dejó una nena hermosa que hoy ya es una adolescente. Sol, Solcito Cwirkaluk, quiere ser cantante e incluso ya debutó en la tele, un día que acompañó a su mamá a Los Angeles de la mañana. La rompieron juntas y al padre se le infló el pecho de orgullo y emoción. No aguantó y escribió algo en Insta.
"Ahora las cosas están bien, por suerte. La hija lo ama y guarda que le pone límites y lo reta eh... La nena tiene mucho carácter" dijo la Princesita. Algo de eso dejó en claro cuando a mediados de 2020 se metió en el conflicto de la segunda mujer de su papá, Valeria Aquino, con la actual pareja, Barby Silenzi, para tomar partido por la última. Con sólo 13 años mostró que es franca, sincera, que no deja pasar las cosas y que no se guarda las cosas cuando las quiere decir. Además, Sol ya les presentó su primer novio, Santino.
Cuando el Polaco y Karina cortaron él "ya conocía" a Valeria Aquino. Por eso pasó tanto tiempo y la Princesita, cada vez que puede, le tira un palito. El seguía sumando adeptos y fanáticos en su carrera artística y su llegada a los primeros planos parecía irremediable. Cuando salía escena, los alaridos se escuchaban a cientos de metros a la redonda. Se acercaba el apogeo. Empezaba a convertirse en el Mick Jagger de la música tropical.
En 2013 tuvieron a Alma, la segunda hija del cantante, la primera de ella. La nena tiene 7 años y él es muy baboso de ella. Es imposible decir que es su preferida porque un padre no hace diferencias entre un hijo y otro. El Polaco muere por Alma, por sus travesuras, por sus silencios, por su compañía. Es, acaso, su debilidad. Claro, cuando la tuvo ya era un poco más grande y está un toque más maduro.
Hasta llegó a pedir su tenencia cuando la relación con Aquino pasó por el momento más borrascoso. Ella se presentó en los medios para denunciarlo de un montón de cosas. El se defendió y contraatacó, pero nunca puso a su nena como botín. Si va de vacaciones la lleva con él, si compra un regalo hay uno para ella, es muy muy pegado y compinche de Almita.
La explosión final llegó de la mano del Bailando. Su popularidad se multiplicó por millones, porque eso es lo que tiene (o tenía cuando estaba al aire) el programa de Marcelo Tinelli: permitía entrar a sus participantes a un ph de Parque Patricios, a una mansión de Barrio Parque, a una casita en Chilecito, La Rioja, a un departento de dos ambientes en el centro de rosario, a un hogar de classe media de San Justo, San Fernando, Villa Adelina o Ciudadela, a un caserío Rural en Trenque Lauquen o a cualquier casa-vivienda-quinta-rancho-casilla-derpa de cualquier rincón del país.
El romance con Silvina Luna lo posicionó en el radar de las revistas, los programas de televisión y los portales. La tumultuosa relación creció a la sombra de otro nombre: el de Barby Silenzi. Algo había entre ellos dos. Les sacaban fotos juntos, sonrientes, dichosos. Y lo negaban, pero cada tanto...
Cuando se dejó con la rosarina en medio de otro bochinche (ella habló de excesos, y aunque no fue directa ni concisa todos saben lo que quiere decir esa palabra) "rompió el Silenzy" y blanqueó que estaban juntos. Poco antes del final de 2019 -sin saber lo que sería el maldito 2020- anunciaron que estaban esperando un hijo. El tercero de él, el segundo de ella, que ya tenía a Helenita con Francisco Delgado, un nombre que no le cae muy simpático al Pola.
Abril Cwirkaluk nació el primero de junio de 2020, en medio de la cuarentena dura. Tenían algunos temores, pero todo salió bien. La internación, la llegada de la beba, la estadía y el regreso a casa los encontró felices y sonrientes. Los problemas llegarían después, con un sinfín de versiones de crisis y con el Covid 19 que se pegaron los dos.
Hoy siguen juntos. Esperando los últimos capítulos de MasterChef. Pero sobre todo el de esta noche, donde él se jugará el pasó a la gran final. Pase lo que pase, acceda a la instancia decisiva o quede eliminado, gane o pierda, tendrá con quien celebrar o con quien buscar refugio o consuelo. Con quien multiplicar la alegría o con quien enjuagar las penas. Y mirar para adelante, porque siempre dan ganas de vivir -en este caso, por triplicado- cuando uno mirar a sus herederos.