En una actualidad atravesada por el Covid-19 y las gripes características de la temporada invernal, mantener una alimentación saludable ayuda a fortalecer el sistema inmunológico, sacando al mismo tiempo el máximo provecho a las vacunas. Así lo explica Silvio Schraier, médico especialista universitario en nutrición, vicedirector de la carrera de especialistas en nutrición de la Fundación Barceló y miembro del staff del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Cuando Schraier se refiere a una “alimentación saludable” puntualiza que se trata de aquella que aporta todos los nutrientes esenciales y la energía que cada persona necesita, de acuerdo a sus requerimientos físicos y alimenticios, para llevar una vida saludable. “Debe ser variada y equilibrada para asegurar la incorporación y aprovechamiento de todos los nutrientes”, sostiene.
Hábitos para fortalecer el sistema inmunológico:
- Hacer al menos 30 minutos diarios de actividad física cinco días a la semana
- Reducir el consumo de sodio
- Tener una correcta higiene del sueño
- Reducir los niveles de estrés
- Consumir frutas y verduras de estación
- Incorporar carne vacuna
Pero bien, ¿qué pasa con el consumo de carne en un contexto en el cual cada vez se reduce más su ingesta? Cuando hablamos de carne hablamos de los factores nutricionales, de la energía y las proteínas que brinda al organismo, que ayudan al mantenimiento de la masa muscular, a la producción de enzimas, de hormonas y de energía. A su vez, la carne vacuna ayuda al sistema nervioso central, a las defensas, aporta hierro y zinc, y las vitaminas del grupo B, que son las más importantes para las defensas.
Alberto Cormillot (especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista) insiste con el consumo de carne vacuna y desmiente ciertos mitos de enfermedades a las cuales se asocia al alimento. Siempre que se habla de las enfermedades que produce la carne, hay que recordar que se refiere a las carnes procesadas (como los embutidos, por ejemplo).
La mayoría de las carnes procesadas contienen carne de cerdo o carne de res, pero también pueden contener otras carnes rojas, aves, menudencias o subproductos cárnicos tales como la sangre. Este tipo de alimento fue clasificado como Grupo 1, cancerígeno para los seres humanos. Sobre esto, Cormillot agrega: “La carne procesada fue clasificada como Grupo 1, cancerígeno para los seres humanos. Esta categoría se utiliza cuando hay suficiente evidencia de carcinogenicidad en humanos. En otras palabras, hay pruebas convincentes de que el agente causa cáncer”.
Ingiriendo los niveles de carne necesarios se cubre la cuota necesaria de proteínas, grasas, y vitaminas del grupo B, fundamentales para el sistema inmunológico. “En la niñez, es indispensable, un chico que no tenga hierro, es un chico que se distrae, un chico que rinde menos en el colegio”, concluye.