Pruebas del destino, encrucijadas que se presentan y que ponen a prueba el semblante. Fede Bal atravesó la dificilísima experiencia de padecer un cáncer de intestino, que se le detectó en marzo pasado. Desde ese punto, el actor activó un tratamiento intensivo, con una enorme valentía y determinación para sanarse.
A partir de la guía de un enorme equipo interdisciplinario y su concienzudo acatamiento de las indicaciones, el hijo de Carmen Barbieri consiguió rehabilitarse y que la enfermedad remitiera de su cuerpo. Un verdadero milagro, una comprobación del positivismo y la tecnología medicinal.
A tal punto Federico superó ese durísimo trance, que pudo reencontrarse con su mejor versión y logró regresar al ruedo del trabajo con su intervención en MasterChef. En el reality de Telefe se lo percibe feliz, con mucha garra y disfrutando del desafío de pararse delante de las hornallas y las sartenes.
"Me hice un estudio final hace dos semanas para ver qué pasó por adentro y está todo como si nunca hubiese pasado nada", contó Bal.
Claro que todavía restaban algunos estudios para verificar el estado de su salud general. Por eso, Bal repasó todo lo vivido en un diálogo con la Revista Pronto. "Tuve que hacer un tratamiento muy grande, quimioterapia, radioterapia y un montón de cosas duras", explicó el actor.
En cuanto a la importancia de combatir el cáncer con una entereza emocional, Fede soltó: "Hay que entender que las cosas que vienen de la vida son así y ponerle humor. Creo que con el humor y con sentirme que iba a salir y a estar sano, pude salir adelante".
Hasta que el fanático de los videojuegos se animó a revelar un dato que no se conocía, que se vincula con los resultados de los recientes exámenes. "Me hice un estudio final hace dos semanas para ver qué pasó por adentro y está todo como si nunca hubiese pasado nada. Es mágico, los médicos y mi familia están felices", exteriorizó.
"Es mágico, los médicos y mi familia están felices", exclamó Fede.
Para cerrar, el hijo de Santiago Bal compartió con el mundo su nueva manera de transitar por la vida, una modo de comprender la significancia de la existencia, digna de copiar. “Celebro la vida todos los días que me levanto. A veces con la vorágine uno no se da demasiada cuenta, pero ahí freno, bajo y digo 'estoy sano, estoy vivo y tengo que agradecer'", concluyó.