Logró todo lo que se propuso en la vida y en lo profesional… pero va por más. No sólo en cuanto a trayectoria y éxito comercial sino en su pilar más importante: la familia. Flavio Mendoza (44) está a punto de lanzar la gira nacional e internacional de El Circo del Anima mientras ultima detalles de su debut en comedia con musicales en Villa Carlos Paz. Y mientras última detalles, no descuida a su gran amor, Dionisio, su hijo de un año y seis meses. Loco de amor, el director artístico sueña con agrandar su familia… y va tras ese deseo.
“Si bien está mal que lo diga yo, estoy en el broche de oro de mi carrera. El Circo del Anima es el momento cúlmine de lo que me sucedió todo este tiempo. No tenía pensado que iba a tener un circo, siendo que yo soy de familia de circo, la quinta generación, que nací en un circo y que un circo fue mi escuela. Se llama “ánima” porque significa alma, el alma de mis padres, de mis abuelos que está acá. Gracias a ellos también soy quien soy, y este también es un homenaje a mi familia, no se hizo por una cuestión comercial. Tengo la asignatura pendiente de sacar los espectáculos al mundo. Era muy difícil porque mis obras son tan grandes, tienen pileta, entonces no entran en cualquier teatro. Y ahora, teniendo una carpa, que es una opción nómade, lo puedo llevar a donde quiera”, comienza.
–¿Tu idea es viajar con el circo o quedarte dirigiéndolo desde acá?
–Me gustaría viajar un poco… Lo veo a Dionisio en el circo y se vuelve loco, se quiere subir al escenario y hacer cosas. Tal vez, debutar en las grandes capitales, estar en los estrenos del interior del país y del exterior, y después volverme. El primer lugar no turístico donde iremos es Mendoza. Obvio, el teatro no lo voy a dejar. Para este verano, en el teatro nuevo, voy a algo muy distinto a lo que vengo haciendo… Se llamará Un estreno o un velorio, va a ser muy divertido, el libro lo está escribiendo Carnevale bajo mi idea. Tendrá humor pero también musicales. No es una comedia musical. Es una comedia que tiene algunos musicales, que tiene que ver con la trama. Me estoy metiendo en aguas que no conozco mucho pero son los riesgos que me gusta tomar para que me motive a hacer un nuevo espectáculo. Va a ser extraordinario, con montones de pantallas, escenario hidráulico, que sube, que baja, que debutará el 25 de diciembre en el Luxor, de Carlos Paz.
–¿Seguís durmiendo poco de noche?
–El problema lo tengo yo, no Dionisio. Es un bebé que te pide la mamadera como cualquier chico a la noche. El tema es que cuando hace “a”, yo me despierto… tengo un sueño muy liviano y me cuesta mucho conciliarlo de vuelta, después de que le doy la mamadera. No es un nene complicado ni llorón, me salió un nene re bueno. Todas las noches se duerme en su cuarto. Una vez que se va la niñera, a las doce de la noche, la carroza se me convierte en calabaza, me transformo en su esclavo, y lo cruzo a una cuna al lado de mi cama. Y a la mañana, tipo seis y media, se para en la cuna y me pide cruzarse conmigo. Yo me derrito y me lo llevo a la cama. También, de esa forma, es cuando duerme más.
–Siempre mencionás a Giselle, la mujer que llevó en el vientre a Dionisio…
–Tuve tan buena experiencia con Giselle que nos escribimos por Instagram, y antes de que cumpla un año Dionisio nos fuimos a Orlando, y nos encontramos en el parque para que lo viera. Creo que tiene que ver con cómo te toque la relación con la subrogada. Yo no tendría problema que entre ellos tengan contacto a lo largo del tiempo. Se lo pregunté a Giselle porque es algo que tiene que ser de ambos. Y el día de mañana que Dionisio entienda cómo lo traje al mundo. Si se quieren conocer, lo llevaría. Me acuerdo de que el día que la vio, Dionisio estaba más entretenido con la fuente de agua que había en el lugar, y es obvio porque no hay ningún vínculo. Yo corté el cordón umbilical con mi mano y, automáticamente, al nene me lo pusieron en mi pecho, no se lo dieron a Giselle. Entonces, lo primero que Dionisio sintió fue mi olor y mi calor.
–¿Te gustaría darle un hermanito?
–¡Me encantaría adoptar! Si en mi país cambiaran un poco las leyes, que no sean tan arcaicas, sería más fácil. Pero no descarto que sea de la forma en la que vino Dionisio. Es un compromiso tener un nene. Ahora tengo algunas cosas para hacer que pueden implicar que viaje mucho con los espectáculos y a Dionisio lo podría llevar a todos lados. Pero con un bebé recién nacido no podría. Entonces voy a esperar que pase esta etapa, que puede ser de uno o dos años, y ahí sí. Tampoco quiero que pase mucho el tiempo porque no quiero que se lleven mucha diferencia entre los dos, tres o cuatro, no sé… Nosotros somos cuatro hermanos, y quería eso. Pero después que tuve al nene la idea se evaporó y bajé a dos o tres porque es mucho trabajo. Me gusta ser un padre presente, no porque esté de moda. A veces siento que tienen hijos por moda. Hay un disfraz y una careta muy grande. Yo no traje un hijo al mundo para que sea un adorno. Al contrario, es una proyección mía.
–¿Te gustaría que fuera Giselle quien vuelva a tener un hijo tuyo en su panza?
–Me encantaría porque fue cálida y amorosa conmigo. Para mí es una de las mujeres de mi vida. Es parte de mi familia por más que uno no tenga el contacto que tiene con un familiar. Lo tuvo a Dionisio y a los meses se quedó embarazada y ahora tiene a su bebé. Con Dionisio ya tuvo cinco partos. No la presionaría para que haga algo que no quiera. Si no, sería con otra persona…
–¿Alguna vez pensaste en tus hermanas?
–Sí, se pensó. Tanto es así que mi hermana, Patricia, y su pareja mujer tuvieron un hijo con una inseminación artificial. El bebé lo llevó la pareja, Lucía, y en un momento se pensó que el esperma lo aportara yo. Pero después, hablándolo, reflexionamos que iba a ser muy raro porque, en algún punto, también iba a ser mi hijo. Y ahí se decidió hacerlo con un banco de esperma para que no tuviéramos eso en la cabeza. Los sentimientos juegan. Por eso yo no lo hice en Argentina. Acá hay un vacío legal y tenía mucho miedo de que, por ahí, el día de mañana me viniera una persona con todo el delirio que hay de la plata y gente que es tan rara, que me diga que es su hijo y me haga un escándalo siendo público, era algo que no iba a poder soportar. A mí me hubiese encantado hacerlo acá, pero no pude por todo esto. Soy padrino de Fudamind, de nenitos con situación de calle, que nacieron con VIH. Siempre dije: ¿por qué no me dan para cuidar o adoptar a un nene de ellos? Pero es muy difícil acá. Tranquilamente podría adoptar a un nenito que tenga VIH, si querés darle amor a alguien… ¡qué te importa!