La energía le brota por los poros. Gimena Accardi (34) sabe que su personaje, una joven con síndrome de Asperger, en Separadas, la nueva ficción de las noches de El Trece, abrirá las puertas al debate y la repercusión. Para la esposa de Nicolás Vázquez no sólo es un desafío sino un paso más en su carrera.
“Mi personaje ve, siente y piensa, quizá de una forma diferente a la que lo ve el mundo. No está diagnosticada, pero si lo tuviera que definir diría que sufre el síndrome de Asperger. No me gusta encasillarla con una etiqueta porque considero que a nadie hay que encasillar. Ante todo, somos personas… Es un personaje que me requiere una concentración extra y una composición. Miré muchos videos de YouTube donde hay mucha gente con Asperger contando cómo lo viven, lo que hacen y lo que no. Tengo dos amigas con hijos con Asperger, así me empapé bastante en el tema. Es verdad que desde lo físico hago algo muy distinto a lo que soy en la vida diaria, y a lo que suelo mostrar en cualquier rol artístico. Eso es lo que más concentración me lleva para no perder los gestos o la forma de hablar. Es muy hermoso y me gustaría que la gente, el público, lo empatice como una más, de hecho en la ficción lo es”, auguró para Carolina.
–En tiempos de feminismo, ¿es la propuesta ideal para ser parte?
–Pol-ka, a lo largo de los años, ha sido una productora que tuvo mujeres contando historias al frente. Hizo este formato varias veces antes de la ola, tan bienvenida, del feminismo. Está bueno poder visibilizar problemáticas de mujeres no sólo como actrices sino también por el género mismo. Creo que por ese motivo aceptamos la propuesta con las chicas. Es lindo contar cómo las mujeres nos apoyamos, más que entre nosotras nos llevamos muy bien. Y con los chicos también nos hicimos amigos. Llegamos siete y media de la mañana y nos vamos a las seis de la tarde… cuanto mejor química haya se te hace más liviano el día. Son muchas horas adentro de un set de grabación, y en esta novela, particularmente, nos llevamos muy bien, hablamos mucho de astrología. Queremos derribar el maldito mito de que donde hay varias mujeres juntas se arma quilombo. Todo lo contrario, no vemos la hora de venir a grabar para reírnos sin parar. Ya nos hicimos amigas y nos juntamos post grabación a comer pizza y tomar fernet, y lo más importante es el vínculo que estamos armando, que esperamos a las madres que están dando la teta en el camarín para grabar.
–Vienen a ocupar el lugar de un tanque en repercusión, que fue ATAV. ¿Sos consciente de eso y de que tienen muchos clubs de fans en redes?
–Eso de las redes nos tuvo muy motivadas… después los pingos se ven en la cancha. Y pensar que ocuparemos el lugar de un producto que era exitoso me parece contraproducente. Yo me ocupo de otra cosa…
–Se habla mucho de que todas las mujeres de la ficción tienen cuerpos hegemónicos…
–En cualquier medio de comunicación hace falta diversidad de cuerpos. Creo que es un camino largo, que estamos en ese camino y apertura mental, y que de los errores se aprende también. Seguramente el año que viene lo van a repensar los productores y castineros porque en nuestro caso somos simplemente actrices empleadas.
–¿Cómo es tu relación con la tele?
–Hay tantas formas de ver tele hoy… por eso también es tan difícil la medición del rating. Capaz que no me siento todos los días a verme porque ya vi el capítulo después de grabarlo, pero es importante verse. Quizás uno tiene una percepción de lo que hace que después cambia.
–¿Qué importancia tiene la definición “separada” en vos?
–Poder tener la cabeza de uno mismo, cambiar de mandatos sociales, de cosas que tenemos impuestas desde que nacemos implica que el cambiar, separarse, sea bienvenido. Todo el tiempo estoy en un camino de entender que determinadas formas no me conducen a nada, y que mejor optar por otras. Separarse de cosas que te hacen mal siempre es fantástico, hay que estar alerta, dispuesto con la cabeza para hacerlo.
–Nico, tu esposo, suele hacer laburos marcados desde lo físico, ¿ayudó eso y sus consejos para armar este personaje?
–Los dos somos muy físicos laburando, sobre todo en teatro, porque a veces la tele te requiere un poco menos de energía. Pero sí, claro, tener un marido actor hace que pruebe las cosas con él antes de con nadie. Después un poco es apropiarse una del personaje… voy probando cosas cuando vengo a grabar. La realidad es que hacer tele es muy difícil porque los tiempos son otros. Uno no tiene los tiempos del ensayo que hay para una obra de teatro. Es venir a grabar, tirarte a la pileta, ver qué te dicen los directores y qué opina Suar cuando ve el capítulo. Pero desde mi lugar, con todo el respeto y el amor, estudié y miré todo lo que pude. Pero es cierto que al no encasillarlo me da una libertad como actriz de poder hacer otras cosas que no cumplen con el síndrome pero que sí son funcionales a la tira diaria. Estoy descubriendo un mundo que no conocía y también aprendiendo a mirar con los mismos ojos a todos.
–¿Te sacaste el anillo de casada para la ficción?
–No tengo anillo… Con Nico decidimos no usar porque nos lo tendríamos que sacar todo el tiempo, y yo particularmente lo perdería, porque soy un despiste. Estamos tatuados, pero si me tapo todos los tatuajes para los personajes… sí, es un embole.
–¿Con Nico estudian juntos, pasan letra?
–No, estudiar la letra no, pobre, porque lo quemaría. Sí al principio, cuando arranco a armar los personajes y probar tonos, voces y posturas, se lo muestro a ver qué le parece.
–En todas las ficciones hay uno o dos personajes que se destacan por sus características y actuaciones. En esta apuesta es el tuyo, ¿lo vivís con mucha responsabilidad?
–(Ríe). Nunca siento presión porque siempre hago lo que siento que está bien, y todo con mucha responsabilidad. Espero que el rebote sea positivo y que se entienda el mensaje de empatizar y, por fin, empezar a ver a todos con los mismos ojos. Si puedo ayudar un poquito a eso con mi granito de arena, bienvenido sea.