En abril, Guillermina Valdés hizo las valijas para acompañar a su hija Paloma Ortega a dar un gran paso. Porque a sus 19 años, la misma edad que tenía Guillermina cuando se animó a instalarse en Nueva York para impulsar su carrera, la joven decidió probar suerte en Europa como modelo.
“Acompañando a Palo que se queda aquí, en el Viejo Continente”, escribió la empresaria en su cuenta de Instagram, cuando todavía faltaba un mes para confirmar su separación de Marcelo Tinelli y todas eran postales desde Londres con sus hijas, Paloma y Helena.
Ya en Buenos Aires, la empresaria empezó a extrañar a la joven, que por estos días estuvo recorriendo Milán, desde donde compartió algunas fotos que dan cuenta de su buen ojo artístico y de su talento para la fotografía, una de sus pasiones, al igual que la música y el cine.
Pero la chica le dejó a Valdés una gran responsabilidad para que se mantenga ocupada: le confió a su gran compañero, su perro. Se trata de un hermoso galgo de pelo largo llamado Igor, que suele aparecer en la mayoría de las fotos de Paloma.
A pesar de estar contenta de tener al perrito de su hija a su lado, ya que es amante declarada de los animales, la ex modelo publicó un curioso y divertido mensaje con aires de reclamo para Paloma, mientras ella vive sus nuevas experiencias al otro lado del océano Atlántico.
¿Qué hizo la ex pareja del conductor de El Trece? Subió a sus historias un par de imágenes del perro, una en la que la mira con expresión de extrañar a su humana y otra en la que se lo ve mirando a través de la ventana de la vivienda en la Torre Le Parc, y escribió: “Mi hija me dejó un pony en el depto, literal”.
Hace unas semanas, mientras Paloma aún se aclimataba a su nueva vida en Londres, Valdés contó en una entrevista a Infobae cómo fue cuando le contó que era gay. “Me lo contó llorando, con angustia, y después se quedó encerrada en su cuarto durante un tiempo”, dijo.
“Ella me lo contó angustiada. Primero fue tremendo porque yo no lo imaginaba. Pensé: `¡Ay, qué mal! ¿Cómo no me di cuenta? Qué dormidita. ¿Qué le pasa, señora?”, agregó Guillermina, que precisó que la adolescente tenía 16 años cuando se dio esa charla que las unió aún más.