Papá de cuatro hijos que, a pesar de su adultez, cuida sin resignar preocupación, Gustavo Garzón (62) asumió el rol de abogado defensor de Carlos Monzón en la serie que recrea la historia del recordado boxeador por el canal Space.“Para los artistas es trabajo esta nueva forma de hacer ficción. Y todo lo que sea trabajo es bienvenido, claro. El hecho de hacer la historia de un personaje conocido le da un plus porque la gente sabe que va a ver algo que fue real, que ocurrió. Y todo lo que es real, llama más la atención que la ficción. La ficción es ficción, uno sabe que todo es mentira. Y, además, este tipo de personajes, que empezó viviendo en una choza, de la manera más pobre, rudimentaria y humilde que te puedas imaginar, terminó en París con todo el glamour y luego vino la cárcel, la muerte, resultó un personaje con una vida muy intensa y atractiva para el que la quiera ver…”, opinó.
–En su momento, cuando se conoció que Carlos había matado a Alicia Muñiz. ¿Estuviste pendiente de los detalles que se iban conociendo de lo sucedido?
–No, nunca me involucro en los casos policiales, no me llaman la atención. Me interesa más lo humano, la persona y lo deportivo, en el caso de Monzón.
–¿Eras seguidor de su carrera?
–No, fanático no era. En esa época, el boxeo era muy popular, mucho más que ahora. Me gustaba mucho Nicolino Locche, y Monzón también. Pero me gustaban más los habilidosos que los pegadores. Y Monzón era un pegador. Y no me desvelaba su vida en particular. Cuando las personas hacen esa traslación, que se alejan tanto de su origen para pasar a vivir una vida que no es propia y que no tiene que ver con su raíz, terminan pagándola caro, como le pasó a Monzón. Me interesa más la gente que se mantiene afín a sus raíces, a su origen, cultura e idiosincrasia. El pagó muy caro el cambio enorme que hizo de vida.
–Cuando falleció Monzón, ¿en algún momento pensaste que podías ser parte de una ficción que cuente su historia?
–Nooo… Tampoco se me ocurre pensar que voy a trabajar en ningún programa hasta que no ocurre. Una vez me tocó hacer de Videla, es el único personaje histórico al momento.
–Estamos en un momento bisagra en la defensa de los derechos femeninos, de la defensa contra la violencia de género…
–Ahora se habla mucho pero sigue ocurriendo. Si bien cambió el grado de conciencia de la sociedad, hay ciertas cosas que no cambiaron y que siguen ocurriendo. Ojalá que dejaran de suceder.
–¿Esta serie puede servir como un disparador más?
–No… me parece que lo que sirve es todo el movimiento de mujeres que salen a la calle, que se organizan, que la pelean, que tratan de sacar las leyes. Esta ficción no es más que un programa, y es un caso más de miles y miles. La gente ya sabe que las cosas ocurren, no es que se van a enterar porque vean el programa. La gente sabe de los femicidios, de la violencia del hombre contra la mujer… Lo que sí, ojalá que el programa colabore para que eso no ocurra más. Pero me parece que tiene mucha más fuerza la presencia de ciento de miles de mujeres en la calle que un programa de televisión.
–Para hacer tu personaje de abogado defensor de Monzón, ¿te tuviste que involucrar con la historia para hacer el personaje?
–No, no… Para hacer mi personaje estudio el guion, me fijo cuál es el objetivo del personaje. No imité a nadie, ni siquiera le vi la cara al abogado. Yo hago mi propia interpretación. Incluso, el show mediático que se hizo de la defensa, tampoco la vi. No miro mucho esas cosas.
En primera persona. “Si por mí fuera, filmaría dos películas por año y haría teatro viernes, sábado y domingo. Me encantaría. Pero es casi imposible hacer siempre lo que te gusta. Y eso de que las cosas te sirven como currículum para lo que viene es ilusión. Varias veces me ilusioné, como que ‘a partir de esto podría...’ y nunca pasó. Es un azar. Si la película revienta, como Darín con Nueve reinas, que entró en España y se convirtió en un éxito, puede ser, pero es un milagro. El actor es un ‘busca’, porque no tenés nada asegurado. Cada dos meses tenés que ver cómo seguís. El empleado o el comerciante más o menos tiene la vida organizada. Pero a vos a cada rato te cambian horarios, compañeros, plata. Estás un año sin trabajar y, al año siguiente sos el actor más rico de la Argentina. Te llaman todos y después nadie. ¡Lo nuestro es insólito! Por eso hay que estar siempre en el eje, para no confundirse: ni sos el mejor ni el peor. Ya no espero que nadie me ofrezca nada. Siempre parto de la base de qué puedo inventar. Obvio, si me ofrecen un laburo, genial. Y también sé de qué lugares no me van a llamar nunca más, porque hace diez o quince años que no trabajo”.
Gustavo Garzón en la piel del defensor de Monzón
Gustavo Garzón en la piel del defensor de Monzón