Es una costumbre de la sociedad: los faltazos al trabajo pueden estar justificados por las "excusas" más inverosímiles. Desde repentinos embotellamientos o imprevistos de último momento hasta los conocidos "fallecimientos de familiares" suelen servir para explicar ausencias inesperadas ante el ácido reclamo de un jefe rezongón.
Pocos argumentos, sin embargo, serán tan curiosos como el que puso Naza Di Serio, los otros días, para contar por qué había faltado a sus trabajos en los distintos noticieros del Trece.
Cuando estaba por salir al trabajo, Nazarena Di Serio advirtió que a su casa había entrado un murciélago. Nerviosa, avisó que no iba.
La periodista, que ameniza con sus informaciones los crudos contenidos que se tocan en esos espacios (más en estos tiempos) no fue a trabajar porque a su casa entró un muerciélago y no sabía qué hacer para sacarlo de allí y devolverlo a la naturaleza sin lastimarlo.
Imaginen la situación: en el amanecer de un día como cualquier otro, la joven Nazarena se estaba preparando para ir al canal, en la zona de Constitución, a cumplir con sus funciones sentada a un costado de los conductores. De repente, un ruido extraño la sobresaltó. El temor no es sonso, nunca. De repente vio la presencia allí, frente a su cara, y el pánico invadió su cuerpo.
No era Batman. Mucho menos Robin. Era un murciélago que se le había metido en su vivienda y estaba lo más cómodo allí. No pensaba irse si nadie "lo invitaba" a retirarse tal como había llegado. La tranquilidad de Naza se fue al demonio, y además de entrar en una crisis nerviosa entendió que no podía irse de la casa dejando al "bicho" ahí adentro. El tema era cómo resolvía el intringulis.
Lo primero que hizo fue avisar al canal que no concurriría. Y después buscó socorro como pudo, hasta que la ayudaron y pudo solucionar el inconveniente. El muerciélago voló hacia nuevos rumbos y ella enfiló para la cama, donde se tiró a descansar después de semejante acontecimiento.
Nazarena no es muy mediática, pero el año pasado se vio envuelta en rumores de triángulo amoroso que incluyó a ella, a su compañera Jimena Grandinetti y a Leo Sbaraglia. Se dijo, incluso, que las dos hasta habían discutido al enterarse que el actor, uno de los mayores seductores silenciosos de nuestra farándula, flirteaba con ambas.
La versión tuvo vuelo bajo. No como el murciélago, que aleteó fuerte hasta perderse por los aires de la ciudad.