Aunque es nacida en La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires mundialmente conocida como "la ciudad de las diagonales", el camino de Chantal Abad rumbo al reconocimiento y a la fama fue bastante directo y derechito: una pizca importante de talento, otra no menor de carisma, una dosis de frescura y otra de esfuerzo y sacrificio le evitaron las curvas y contracurvas y la convirtieron en una de las cocineras preferidas de la tele.
El último ingrediente, que agregó en los últimos meses, la volvió definitivamente popular. Chantal opinó de temas urticantes, se envolvió en alguna polémica, pasó por el piso de Intrusos y de otros programas y además de usar las manos para preparar masas y bollos mostró los dientes para enfrentar cuestiones muy picantes.
Chantal habló de Germán Martitegui y dijo que no la sorprendían para nada las acusaciones de que es un hombre de carácter exageradamente alto, para decirlo de alguna forma gentil. Además, ayudó junto a otras colegas a desenmascarar al ambiente de la cocina como "machista y muy agresivo" para las mujeres. "Una vez llegaron a pegarme con algo en la cola porque no estaba bien parada mientras estaba cocinando. El insulto está a la hora del día por cualquier cosa", recordó aquella vez.
El 23 de junio, dos días después de que empiece el invierno, la canceriana Chantal Abad celebrará un cumpleaños muy especial. Llegará a los 40 años, una cifra clave en la vida de la gente. Un antes y un después. Según muchos, la mitad de la vida. Cuando mire para atrás e intente un balance comprobará, primero, que recorrió un largo camino.
De padres separados, Chantal empezó a cocinar para sus hermanos cuando era una adolescente. Estaba en el colegio secundario cuando ellos se iban a trabajar y alguien tenía que preparar la comida. "Nos gustaba comer algo distinto todos los días, entonces eso me fue perfeccionando", reconoció ella en una entrevista que dio hace un tiempo.
Tuvo una infancia difícil, con muchos problemas de sobre peso. "Llegué a tener 30 kilos de más. Lo solucioné cuando pude arreglar mis cuestiones emocionales", dijo ella.
No eran tiempos sencillos para ella. "Tenía un sobrepeso importante, que a veces llegó a ser de 30 kilos. Tenía muchos problemas con eso. Y aparte a todos en mi familia, los del lado de mi papá y los de mi mamá, les encantaba comer. Entonces para todo había comido. Con el tiempo, igual, descubrí que los temas con el peso son más emocionales que de alimentación. Cuando sanás el alma sanás el cuerpo también", reconoció Chantal.
Para ella, la mejoría llegó en dos etapas. Primero con terapia. Después, con el yoga, al que considera clave. "Fui al sicólogo durante 15 años, con intervalos y cambiando de terapeuta. Me ayudó mucho, por supuesto", contó ella. Sin embargo, no dudó en decir que "lo que me salvó la vida fue yoga. Me hice tan fanática que ahora soy como una profesora. La respiración y la meditación son claves. Imprescindibles. Una vez que llegás a tu punto de equilibrio todo el resto mejora solo".
"Hice terapia 15 años y me ayudó mucho, pero lo que me salvó la vida fue el yoga. Aprender meditación y a respirar, que es fundamental e imprescindible. Soy profesora", contó Chantal.
Chantal empezó a trabajar en restaurantes y en hoteles y al mismo tiempo empezó a viajar por el mundo, donde logró entrar a reductos gastronómicos que contaban con las famosas "estrellas Michelín". Esa experiencia le permitió ingresar a la tele cuando volvió a la Argentina. Primero fue productora (incluso en MasterChef) y después pasó a estar en cámara. En Morfi se hizo conocida y querida. Ahora "pelea", literalmente hablando, por más espacio en "Es por ahí", el programa de Guillermo Andino y su "enemiga" Soledad Fandiño.
Su vida amorosa sigue siendo un misterio. "Soy muy enamoradiza y muy noviera. Las veces que rompí con mis novios la pasé muy mal, por eso no me gusta mostrarlos ni hacerlos públicos. Soy muy antigua, en eso y en muchas cosas. Soy una vieja en el cuerpo de una mujer de una edad no tan avanzada". Debe ser el único tema en el que agarra una diagonal, como la buena platense que nunca dejó de ser.