Capítulo uno: su infancia en el oeste, los consejos de su papá. Capítulo dos: su debut en primera, su llegada a Boca, su peligrosa cercanía con algunos barras. Capítulo tres: su personalidad excéntrica, disruptiva, muchas veces problemática. Capítulo 4: sus peleas con otros jugadores. Juan Román Riquelme, por ejemplo. Capítulo 5: su paso por la cárcel. Capítulo 6: su familia. Capítulo 7: su admiración por Pablo Escobar. Capítulo 8: el boxeo. Capítulo 9: presidente de un club. Capítulo 10: su llegada al programa de Guido Kaczka para atajar penales. Bienvenidos a la intensa historia de Pablo Migliore, el hombre que a los 39 años ya cuenta con una vida de película. O de serie.
Migliore nació y creció en esa zona del conurbano donde Divididos dice que está el agite: Lomas del Mirador, Ciudadela, Ramos, San Justo, Casanova. Desde siempre, el padre le dijo que fuera feliz y que no se metiera en líos. La primera mitad del consejo la sigue persiguiendo. La otra no, porque no pudo. Desde que asomó en primera y su nombre se hizo conocido tuvo tanta popularidad como polémicas, disgustos y escándalos.
Tras un fugaz paso por un cuadro de Chubut, Migliore se convirtió en profesional atajando para Huracán. Algunas declaraciones altisonantes le valieron sus primeros coqueteos con la popularidad aunque el club de Parque Patricios jugara, por ese entonces, en la segunda división. Su deseo público de irse a Boca le provocó encontronazos con los hinchas y con el propio entrenador Antonio Mohamed, quien le aconsejo que "arreglara su cabeza" antes de preocuparse por las cuestiones futbolísticas.
Su llegada a Boca estuvo acompañada del comentario de que fue "aprobada" y "alentada" por la barra brava del club. Su cercanía con Martín Palermo (lo tiene tatuado y comparten el apodo del "Loco") lo hizo pararse en la vereda de enfrente de Juan Román Riquelme. Más de una vez, cuentan en los pasillos de la Bombonera, discutieron y se pelearon. Mayoritariamente fue suplente, pero un error grosero en un partido de Copa Libertadores contra Fluminense lo hizo salir del club.
Luego sería arquero de Racing y de San Lorenzo, donde viviría el peor momento de su vida. Al término de un partido con Newell´s, ni siquiera pudo salir del vestuario: lo estaba esperando la policía para llevarlo preso a la cárcel de Ezeiza. Lo acusaban de encubrir a un alto barrabrava de Boca que estaba acusado de cometer un asesinato en Mataderos durante el mes de marzo de 2013. "Yo solamente le presté un teléfono a un amigo, ni siquiera sabía que tenía un problemón", se defendió en aquel momento.
Su abogado era un joven Matías Morla. Migliore puede decir que se anticipó varios años a las hermanas Dalma y Gianinna Maradona: rompió relaciones con él al poco tiempo y desde la misma cárcel dijo "el día que me lo cruce en la calle le arranco la cabeza. Yo adentro y él paseándose por todos los canales". Estuvo detenido 50 días. Lo liberaron después de pagar una fianza de 500.000 pesos.
"En la cárcel aprendí a valorar todo. Desde un plato de comida hasta una tecla para prender la luz. Y la vida, por supuesto. Muchas veces tuve que agarrarme a trompadas para hacerme respetar. Las peleas son a piñas, o con lo que sea, pero tenés que demostrar que no estás regalado", declaró Migliore, quien continuó con su irregular carrera deportiva en Croacia, Argentinos, Peñarol, Almirante Brown y en Barracas Central. En algunos de esos lugares se fue en medio de escándalos y controversias como la fuerte pelea con el entrenador Bichi Borghi que lo sacó del Bicho de La Paternal.
"En ese momento fue clave mi familia", contó siempre Migliore. La que más lo bancó fue su mujer, Natalia Brucki, quien alguna vez usó el facebook de su marido para pedirle a una mujer que dejara de acosarlo sexualmente protagonizando otro de los escándalos que golpearon su carrera. El ex arquero tiene tres hijos, Tomas, Santino y Vito. "Son todo para mi, les digo que sean buenas personas, que aprovechen todo lo que tienen a mano, que sean felices, derechos, que no traicionen a sus amigos ni a los suyos. Si pueden, que aprendan de mi. Yo les dije amigos a tantos giles" es una de sus frases de cabecera.
Alejado del fútbol se convirtió en el presidente del club de su barrio y se dedicó al boxeo, donde también enfrentó escollos. El primero, la negativa de la Federación Argentina de Boxeo para darle la licencia. El otro, sus rivales: uno lo puso nocaut con una impactante combinación de golpes y decidió dejar. Estaba alejado de todo cuando su teléfono volvió a sonar: era la producción de Guido Kaczka, donde ahora ataja penales. Es el último capítulo de una vida llena de matices, excentricidades, bochornos, triunfos, derrotas, altos y bajos. ¿El último? Por ahora, solamente por ahora.
