MasterChef volvió a la pantalla de Telefe, con su tercera temporada en la versión famosos, y despertó la expectativa alta del público, que deseaba disfrutar de este ciclo tan peculiar. Dentro de los nuevos dieciséis participantes se encuentra la siempre polémica Charlotte Caniggia.
El reality apostó por otro integrante del clan Caniggia, tras la controversial inclusión de Álex, que en la edición anterior abandonó el certamen bajo argumentaciones muy extrañas, que nunca se aclararon del todo y sobre todo tras acarrear en sus hombros las dudas de real desenvolvimiento en las hornallas.
Charlotte no tardó nada en marcar la diferencia, en dar la nota con una concepción extraña. La ahora morocha gritó a los instantes de ingresar al estudio que se sumergió en el reality por un motivo muy peculiar. “Me animé a esto para cerrarle el culo a muchas personas”, exclamó. No era necesario.
¿A quién se refiere? Justo ella que siempre declaró en todas sus apariciones públicas que nunca jamás desarrolló una tarea doméstica, que su dieta se basa en pedir delivery a todas horas. Seguramente ya se activarán las investigaciones para descubrir cuál es su verdadera labor en las islas.
Cuando Santiago del Moro le consultó sobre qué charló con Álex, Charlotte sostuvo: “Me dijo que la rompa. Él la rompió”. En tanto a su look excéntrico, Caniggia bromeó: “Las gafas son solo para la entrada”.
En el desarrollo del ciclo, el desafío que adoptó la hija de Claudio Paul agarró la simplona tarea de armar un desayuno, con el que no cocinó nada, solo cortó frutas. En cuanto a su justificación, la hija de Mariana Nannis narró: “Voy a poner mucha fruta, porque supongo que en los cruceros se desayuna mucha fruta, ¿no? El que come fruta es un barat”.
Y al terminar mucho más rápido que sus tres compañeros de equipo, Charlotte se ofreció a “ayudar”, pero ninguno le aceptó la propuesta, por eso se quejó: “Me vieron cara de inútil”.
