El domingo 15 de diciembre Juana Viale recibió una enorme sorpresa en su programa. Una de las invitadas era Manuela, su hermana menor. Esto le causó gran alegría, pero también temor, ya que al ser cercanas, saben muchos secretos la una de la otra.
Era más que obvio que la actriz no diría nada que pudiera incomodar a la conductora de Almorzando con Juana, pero sí podría llegar a revelar un dato que la hiciera pasar vergüenza. Por suerte no ocurrió, pero quizás no pasó por una advertencia que le hizo antes de sentarse en la mesa.
Como pasa en todos los programas, la presentadora va recibiendo uno a uno a los famosos que van a su ciclo en El Trece. Hablan sobre los temas que tocarán en el día y, además, agradecen a las personas que los visten y el significado del outfit que llevan puesto.
"Ahora voy a presentar a la última, pero no menos importante. Es actriz, conductora, modelo y es mi hermana la señora Manuela Viale. Tenés mucho para hablar. Tenés tu película, estuviste haciendo teatro, tu vida, tu stream... Aunque es raro estar acá con mi hermana. No te voy a poner incómoda con las preguntas. No cuentes nada mío", afirmó Juana.
LA ENFERMEDAD DE MANUELA VIALE
Tal como ocurre con Silvestre, uno de los hijos de Juana Viale, Manuela sufre episodios de epilepsia: “La epilepsia fue el susto más grande que tuvieron mis padres. A los 13 años empecé con ausencias en el colegio. Me gustaba leer en voz alta, y leyendo El caballero de la armadura oxidada, tenía ausencias: como que me iba y volvía. Yo no me daba cuenta. No podía volarme la cabeza con alcohol, para no mezclar la medicación con el alcohol. Esas cosas que uno hace adolescente, que no sabe tomar. Y obviamente, lo hice. Así tuve mi primera convulsión, a los 17 años”.
Y agregó: “Esa primera convulsión fue tres días antes del viaje de egresados. El médico me dejó ir porque le prometí que no iba a tomar alcohol. No tomé alcohol. Ahí me hizo un clic en la cabeza. Al principio estuve muy enojada con la situación, me costó, porque cuando sos adolescente no entendés nada y todo es malo. Después vi que no era tan grave”.
“Puede ser genético: creo que mi abuela paterna tenía epilepsia, no lo tengo muy claro. Se supone que lo mío es una epilepsia infanto juvenil, y que a medida que uno va creciendo, se va. Llevo una vida normalísima. Lo que debo hacer es tomar la medicación. No puedo joder con el sueño: tengo que dormir 7 u 8 horas. Hace 11 meses que no convulsiono”, sentenció.