El martes 19 de diciembre, a una semana del arranque de Gran Hermano, el reality se convirtió en un grupo terapéutico a pura lágrima y catarsis guiado por Santiago del Moro. Y en ronda de confesiones, Lucía Maidana se mostró muy conmovida.
“Todos estamos cruzados por un dolor y esa casa te desnuda, muchos se identifican con su historia de vida”, decía el conductor de Telefe, antes de registrar que Lucía lloraba en el sillón, al lado de Bautista.
“¿Qué pasa Lu? Te abrazaría, que alguien se lo dé por mí”, irrumpió Del Moro, al darle la palabra a la joven futbolista que horas atrás había contado fuertes y siniestras revelaciones de su familia ultracatólica de la élite de Salta.
“Me hizo acordar a mi papá”, dijo Lucía, y compartió su preocupación: "No sé como estará mi papá ahora, yo sé que le costó mucho que yo venga acá, ojalá esté bien. La estoy pasando muy bien, la estoy pasando increíble y tuve que romper con muchos valores, salí de mi burbuja de Salta".
LUCÍA MAIDANA SE QUEBRÓ EN GRAN HERMANO
Angustiada por la reacción del padre pero feliz por estar en la casa, Lucía agradeció la oportunidad que tiene de conocer “miles de historias diferentes”, pero insistió: “Me preocupa porque no sé cómo la estará pasando mi papá”.
“¿Cómo no va a estar orgulloso de semejante hija? Él te ama y es una persona adulta, el padre ama, Lu”, le contestó Santiago, que es papá de tres hijas, y la participante cerró, sabiendo que sus palabras llegarán a su progenitor: “Yo también lo amo”.