Luisana Lopilato es una estrella. Y vive como tal: se casó con Michel Bublé, con quien tuvo 3 hijos. Los 5 ocupan una mansión que vale decenas de millones de dólares -hasta tiene pista de patinaje sobre hielo- en Vancouver, Canada. Los ensayos de la temporada teatral de Casados con hijos, nada más y nada menos, se atrasaron solamente para que ella, una reina, pudiera estar.
Benjamín Rojas es uno de los tres protagonistas -los otros son Nico Vázquez y Flor Vigna- de Un semana nada más, acaso el mayor éxito que recuerde la calle Corrientes en muchos años, y el mexicano Felipe Colombo se destaca en Sex, el revolucionario espectáculo creado por José María Muscari.
De los cuatro protagonistas de Rebelde Way, la ficción adolescente que la rompió toda hace 15 años, tres siguieron por el camino lógico: escenarios, sets, viajes, novelas, películas, presentaciones, éxitos, reportajes, buenos contratos, dinero, publicidades, seguidores. La cuarta, Camila Bordonaba, no. En 2009 pegó el portazo y desde entonces su vida es un enigma.
Un misterio que la ha vuelto demasiado interesante y demasiado diferente. Tal como le venía diciendo a sus amigos en 2006, 2007 y 2008, poco más tarde decidió irse de Buenos Aires y alejarse por completo del ruido mediático. Nunca más volvió a pisar un estudio de televisión. Se fue en 2009 y acaba de cumplir 11 años invicta.
Desde entonces, Camila se volvió una hija más de la fría, cruda y hermosa patagonia. Ella pasa una parte de su tiempo en Bahía Blanca, donde va terminando la llanura pampeana y sirve como puertas de ingreso a esa región del país, y el resto en las afueras de Bariloche. En la montaña.
Bordonaba no tiene redes sociales. No es que no las usa. No tiene. No le interesan ni les da la menor bolilla. Alguna vez se abrió una cuenta de Twitter, pero hace más de ocho años que dejó de prestarle atención. Al revés de lo que sucede con todo el mundo, internet no le resulta fundamental para vivir.
Camila tiene muy poco contacto con la gente de Rebelde Way. Apenas habla con Felipe Colombo, quien es su gran amigo y además le pidió que fuera la madrina de su hija, Aurora. "Me llevo muy bien con la tía Cami" dijo la nena más de una vez cuando su papá le permitió sumarse a sus vivos de Instagram.
A menudo habla con su gran amiga Jazmín Beccar, quien se encarga de transmitir, también a través de sus cuentas, algunos mensajes de Camila ante la avalancha de preguntas que le hacen los miles de fanáticos de la serie, quienes quieren conocer datos de su nueva vida.
Sin ser voceros de ella, los dos se encargan de aclarar, una y otra vez, que Bordonaba decidió encarar una nueva vida y que si ella es feliz así, la apoyan y la acompañan en su decisión. Además, son celosos guardianes de la privacidad que decidió darle a su faz privada. "Camila no tiene redes", "Camila no da reportajes" . "A Camila no le interesa aparecer en los medios" repiten como soldados de la guardia pretoriana del silencio de la muchacha.
Esta semana, ante la insistencia de algunos usuarios, Jazmín le contó a Mica Vázquez, en uno de los tantos "vivos" impuestos por la cuarentena, que "Camila está bien, haciendo las cosas que quiere y que le gustan, no tiene muchas ganas de que nosotros estemos hablando d ella, y bueno, como todo el mundo...estuvo en pareja, se separó, y no tuvo hijos. Mucho más no puedo decir, porque no quiere".
Ni siquiera Cris Morena, su descubridora, rompió el hermetismo. Como si todos hubieran firmado un pacto de silencio, la creadora de tantos éxitos también fue muy cauta cuando le preguntaron qué era de su vida. "nada, no voy a decir mucho. Sé poco, pero ella no quiere que se hable. Y está bien, hay que respetarla".
AMOR AL ARTE
Camila tiene un look absolutamente distintivo y ecléctico. A veces tuvo rastas largas y que la identificaban rápidamente, pero en los últimos tiempos se inclinó por el pelo bien corto. La indumentaria dejó de ser una preocupación para ella, si es que alguna vez lo fue. Es desprendida y simple. Y muy colorida, además.
Con su estilo "Hippie", libre, desprejucioado y audaz Camila fundó un espacio de arte donde crea, enseña, actúa y viaja. Para hacerlo, recicló viejos medios de locomoción (un camión, un colectivo al que le puso Teodoro) en los que lleva todo su talento para un lado y para el otro. Se la ha podido ver en algunos videos de campañas solidarios, pero no mucho menos.
El lugar se llama "El Peladero" y está ubicado, formalmente, en las fueras de Bahía Blanca, pero ella lo lleva por buena parte del sur. Allí repite una experiencia que había empezado en San Telmo con su grupo Arcoyrá, que luego se llamó teatro El mandril. Para pedir una colaboración que ayude a mantenerlo abierto se registró una de las últimas apariciones de Camila, en un video.
El 4 de septiembre va a cumplir 36 años. Nadie sabe si para esa fecha habrá o no cuarentena, si todavía estaremos encerrados o podremos andar libres, como ella, que con aislamiento o sin medidas siempre sonríe, ayuda, duerme en el campo o prepara comida en un fogón para dársela al primero que estire la mano con un plato.
Luisana, Felipe y Benjamín viven de manera convencional. Hicieron la lógica. Camila no. Al final, ella fue la única rebelde.
