Intrincada, con giros inesperados, revelaciones que surgen y brotan desde las entrañas para darle un tamiz más truculento. La historia de Wanda Nara, Mauro Icardi y la China Suárez escribe capítulos a cada minuto, con actualizaciones de toda la trama enrarecida.
Desde mediados de octubre, cuando la blonda salió a ‘denunciar’ que una “zorra” se había entrometido en su matrimonio para destruir su familia hasta el presente se han encadenados centenares de hechos, de situaciones y de confesiones.
El Wandagate parece ideado por un guionista de una película de suspenso de Hollywood, uno de esos thrillers psicológicos que mantienen en vilo al espectador. No hay otra explicación para semejante consecución de acontecimientos.
Ya no hay tantos misterios por resolver, casi todo está echado sobre la mesa del escarnio público. Todo gracias a los propios protagonistas que se encargaron de transmitir el paso a paso de la infidelidad consumada, que se suscitó en una habitación lujosa en París, que el propio Icardi reservó y a la que acudió con su cuñado Jakob Von Plessen como campana.
Se sabe todo, hasta que el delantero le llevó el pedido especial que le hizo la China, una camiseta rosa del PSG. Se sabe todo, hasta que se fundieron en besos, que las ropas volaron por el cuarto y que Icardi no logró consumar, ya sea por un estado febril o por una imposibilidad física.
Tanto lujo de detalles que también brotó a la luz la llamada de Wanda a la China, en la que la actriz le reconoció que estuvo en la cama con su marido, en la que le ratificó que todo empezó por iniciativa de Mauro y que no avanzó a segunda base por algún contratiempo.
Con todo esto en el inconciente colectivo, Nara había tomado una primera decisión e inició la confección de un acuerdo de divorcio. Después aflojó, pero cuando salió en los medios la noche de pasión entre su marido y Suárez volvió a distanciarse con otro viaje relámpago a Milán.
No obstante, Wanda terminó por aceptar las disculpas, prefirió focalizar su encono en la China y vive una reconciliación fogosa con Icardi, al punto que postea fotos en Dubai los dos sin ropas en un hotel. Increíble, pero Nara optó por quedar ante el mundo como una esposa engañada y a sabiendas que el fantasma de la infidelidad la acompañará por siempre, vaya donde vaya, aunque transcurra el tiempo que transcurra.
Todo se engloba en una determinación personal, la de perdonar y mantenerse al lado de Mauro, como si acá no hubiese pasado nada. Como si todo el planeta no supiera que Icardi se entrelazó una noche en las sábanas co la China Suárez. Incluso con la certeza que algún detalle más saldrá en cualquier momento, que puede relacionarse con una extensión mayor del vínculo clandestino o hasta una mayor cantidad de encuentros físicos.
