En un momento habían perdido las esperanzas. Cansados, angustiados, desgastados ya de recorrer, intentar y fracasar, habían bajado los brazos. Si no tenía que ser para ellos, pues que no fuera. A otra cosa, mariposa. A poner energías e ilusiones en otros asuntos. Pero en septiembre del año pasado la vida los sorprendió con la noticia que habían esperado durante años.
Y como los hinchas en esos goles que llegan en el descuento después de un incesante e intenso peloteo y cuando ya casi no quedan fuerzas ni para levantar las piernas, Daniela Ballestery su marido, el piloto de aviación Marcos Ruiz Pasman, celebraron como dos desaforados: ella estaba embarazada y los dos iban a tener a su primer hijo. Finalmente, al cabo de esa lucha desigual pero también inquebrantable, Felipe nació unos días antes de lo previsto.
Parece que estaba muy cómodo y muy bien cuidado en la calidez única de la pancita de la mami, y ahí se quería quedar. Y como andaba medio remolón, el doctor Capulla, ese que vemos y escuchamos en la tele, decidió practicar una cesárea. Entonces, Felipe Ruiz Pasmanllegó al mundo pesando 3,640 kilos y gozando de muy buena salud.
Los padres y su círculo íntimo, felices. Chochos. Plenos. “Lo que cuesta, vale”, manifestó la mamá, quien agregó, junto a una foto de su bebito: “Acá está Felipe, descansando, junto a todo el amor de mami y papi”. Si quieren una imagen de la felicidad total, no vayan a Google. Na. No hace falta escribir nada al lado de la lupita. Busquen en el Instagram de Daniela Ballester, y listo el pollo.
Daniela Ballester celebró la llegada de su hijo
La llegada del pequeño Felipe