La Floppy Cucú tenia un gran futuro por delante. Era, de los personajes que irrumpieron en la tevé en los últimos años, uno de los preferidos en cuanto al cariño de la gente. Como la querida asistente de Lizy Tagliani había conquistado al público de todas las edades. Malditas y crueles, la enfermedad y la muerte le llegaron en el mejor momento de su vida.
De perfil bajo, siempre respetando la estelaridad que iba consiguiendo su amiga, Floppy recibió una especie de bendición de la conductora, quien apostó a ella más allá de ser su mano derecha. La incentivó, le propuso y le dio espacio para que se personifique en tevé.
Es que Fabián Peloc, como la llamaba su documento de identidad, se ganó el corazón de la ex peluquera y de cuanta persona conocía, primero como su asistente personal, y en los últimos tiempos ya como parte del mundo del espectáculo.
Hasta que Floppy y Lizy, la dupla que quedará en la memoria del público, se conocieron, Bombón, como también se hacía llamar, se dedicaba a la venta de celulares en Temperley. Por aquel entonces, Lizy buscaba sus primeras oportunidades en el ambiente artístico.
Floppy y Lizy se conocieron en un boliche. Mates de por medio, se hicieron amigas y terminaron siendo la una para la otra
Hasta que una noche se cruzaron por primera vez en un boliche y, con el correr de las semanas, se hicieron compinches, apegadas, dispuesta cada una a generar un lindo vínculo con la otra.
Y poco a poco, a base de charlas y mates de por medio, la buena onda se transformó en una amistad. Y Floppy dejó su antiguo trabajo para dedicarse de lleno a acompañar su compañera de vida.
Ella no solo se encargaba de asesorar en vestuario, maquillaje y peinado a la artista que estaba empezando a tener reconocimiento público gracias a Santiago Del Moro y su carisma, sino que se ocupaba de sus quehaceres domésticos.
Por ese entonces, Paparazzi le hacía sus primeras entrevistas a Lizy y, sin querer invadir pero estando todo el tiempo a disposición, podía verla pendiente de cada necesidad de su “hermana del corazón”.
Floppy pasó de vender celulares en Temperley a ganarse el cariño del público y que le pidan fotos por la calle.
Cucú estaba detrás de cada cosa que le hiciera falta a su amiga, desde prepararle la comida, acompañarla largas noches de soledad o “hacerle la segunda” en eventos sociales. Y se hicieron entrañables, al punto de que vivían súper cerquita.
Con la felicidad de la fama que iba en crecimiento, que la gente le pedía fotos por la calle y que se había acercado también con Lourdes Sánchez, es que Flopy debutó sobre las tablas en El Universo de Lourdes, el infantil de la mujer del Chato Prada.
El año pasado, llegó a la tapa de Paparazzi bajo la íntima confesión: “A veces me siento una bomba sexy pero soy muy pudoroso en lo sexual”, lookeada y producida como había soñado mostrarse por primera vez en una revista, en plena exposición en la pantalla chica por El precio justo.
Conocedora de los secretos más íntimos de su amiga, aquellos que nunca reveló, contenta con el lugar que Lizy hoy ocupa y del cariño de la gente que ella también logró, a partir de contagiarse Covid 19, Floppy se enteró que tenía una difícil enfermedad.
Floppy asistía en todo a Lizy: desde la estética hasta acompañarla en la noches de soledad
Aferrada a la fe, lamentablemente, el mal no le dio tiempo a nada. Pero a pesar de sus breves 33 años, se llevó para siempre el enorme cariño de la gente, que tan contenta la tenía.