Cada uno con sus tiempos, con sus modos, sus formas. Claro que como madre se activa una preocupación mayúscula, que entreteje una red de temores e incertidumbres. Eso sucedió en el caso de La Joaqui con su hija mayor, Shaina, que recién esbozó su primera palabra a los cuatro años.
La revelación de esta situación tan íntima, perteneciente al fuero de su privacidad, brotó en la pista de GOT Talent y conmovió a todos los presentes, así como a los espectadores en su casa. La cantante se animó a iluminar esa angustia que le anudó el alma durante los primeros años de existencia de su pequeña.
La Joaqui respiró, juntó valor y se lanzó a relatar: "Mi nena más grande hace poco cumplió siete años, no habló ni hola hasta los cuatro”. Y añadió los diagnósticos adversos que le brindaron algunos especialistas: “Me decían que estaba mal, que podía ser autista”.
En cuanto a todos los movimientos que ejecutó para atender esa cualidad de Shaina, la artista explicó con mucha emoción y un lenguaje corporal de congoja: “Yo la llevaba al pediatra, al psicopedagogo y ella lo odiaba, porque quería hacer otras cosas como estar en la plaza".
Finalmente, La Joaqui arribó a la resolución del caso, a ese momento de felicidad: "Un día me dijo `mamá, me hacés una leche´. Fui, la llevé a la psicopedagoga que era muy espiritual, y me dijo que ella no tenía nada para decir, que ella sabía hablar perfecto. Yo pensando que era incapaz”.
Con la entereza como combustible, la cantante describió todas las emociones que la atravesaron durante ese periodo: "Lo cuento como una anécdota súper loca, los primeros cuatro años lo sufrí un montón, porque yo era chica, no sabía si yo era negadora. Le faltaba mucha deconstrucción al mundo para darle un nombre a las cosas que le pasan a cada uno".