Todavía resuena en el aire el estupor por semejante decisión. Gran Hermano demostró que no le tiembla el pulso y expulsó sin atenuantes, ni mediaciones, a Juliana Díaz de la competencia, a los pocos días de su reingreso por votación de sus compañeros.
La morocha sufrió en carne propia el castigo por sus errores, por no cumplir con la básica y entendible regla de no soltar ningún dato de lo que percibió en el exterior. Una simple guía de límites que le encomendó la producción del reality y que no supo respetar.
El gesto de dolor, de tristeza honda, de Juliana continúa latente en el inconsciente colectivo. Así cómo la angustia desesperante de su novio Maxi, que la perdió por segunda ocasión y ahora por una consecuencia directa de los comportamientos de su pareja.
Ante tamaño hecho, en el ciclo de Georgina Barbarossa contactaron a la madre, que en su afán de defender a su hija soltó una definición doliente, que se viralizó inmediatamente. "Juliana es así como vos la ves, cero maldad. Como tiene cero maldad, también es medio pelotuda en algunas cosas", expresó.
Mientras que sobre las equivocaciones de Juliana, la madre opinó: "Yo no había visto, porque no se mostró nunca, que le llamaron la atención, entonces yo pensaba 'uh, esta boluda no se da cuenta y charla, charla y charla'. Después, cuando veo que le llaman la atención dije '¿Pero cómo puede ser?' Yo te juro que la quería matar".
Y para aportar una descripción de la personalidad de la expulsada, la señora acudió a un tono más maternal y amoroso: “A veces la tildaron que si es idiota, que si es tilinga, que no tiene nada él la cabeza... Juliana siempre trabajó, es brillante en lo que hace. Acá, me parece, son emociones lo que te ganan".