El paso de los familiares por la casa de Gran Hermano no fue nada inocente y dejó al descubierto ciertos puntos débiles de los participantes. Lo más fuerte, quizás, fue lo que le pasó a la Tora, que volvió a convivir con su mamá Gladys después de cinco años.
Para Lucila fue una sorpresa ver a su mamá cruzar la puerta y en algún momento dijo que hubiera preferido que la producción le mandara una amiga o amigo, y que si bien su mamá era la persona que más amaba en el mundo, le costaba la relación, que tuvo sus encontronazos muy criticados.
Los choques de la Tora y Gladys fueron leídos como maltrato y la casa usó esa situación para jugar en contra de la rubia de Berazategui y cuestionarla, como hicieron Romina y Julieta. Ya eliminada del reality, Gladys se sentó en el Debate de GH y contó cómo se lleva con su hija en el “mundo real”.
“No quería hablar del afuera y por eso Lucila es como que me guiaba por momentos”, arrancó la mujer, y explicó que el gran temor de su hija era que la perjudicara en el juego. “Pero eso no lo iba a ser, mi vínculo con ella es relindo”, dijo.
Y aseguró: “No vivimos juntas pero la veo todos los días. La voy a buscar cuando sale de trabajar y charlamos mucho. Es más, este fue el primer año que no estuvimos juntas en Año Nuevo. Nuestra relación es una maravilla”.
Luego, la mujer contó lo mucho que le costó nominar al resto de los familiares y señaló que le hubiera gustado que se fueran todos juntos. Y sobre aquel episodio de llanto que protagonizó, aclaró: “No me puse a llorar por cómo me habló La Tora, porque hablábamos de otro tema”.
“Con ella tenemos una relación normal de madre e hija. Los chicos ahora hablan así y por eso parecía que ella me hablaba mal”, defendió Gladys a su hija, quien, según ella “se pasaba” de cuidadosa con ella. “Me cuidó demasiado”, insistió.
