Una nueva noche de nervios se vivió en el jueves de última chance de MasterChef. Con mucha presión los participantes ingresaron para dejarlo todo y así poder zafar de la gala de eliminación del próximo domingo. Sin embargo, este no fue el caso de Andrea Rincón.
Con desafíos cada vez más difíciles y un jurado muy exigente los participantes fueron obligados a salir de la zona de confort por los chefs Donato de Santis, Damián Betular y Germán Martitegui. Las consignas eran muy simples y había que cumplirlas a raja tabla para preparar un plato libre.
Sólo debían respetar cuatro condiciones. Los platos debían tener algo frito, algo hervido, algo sellado o salteado y el cuarto fue toda una sorpresa para los participantes: una sartén, un cuchillo y una cuchara de madera que se transformaron en los únicos tres elementos que les dejaron utilizar para la cocción.
Andrea Rincón no la pasó nada bien, ya de entrada no encontró lo que buscaba en los escasos tres minutos con los que contó para ingresar al mercado. Eso la estresó y ella no dudó en expresar su enojo ante sus compañeros. Es que se le hizo un nudo tremendo en la cabeza al punto de que no podía ni pensar con qué reemplazar el matambre que tenía en mente cocinar.
“Me veo mallll”, gritó del enojo que se cargaba. En ese estado, era un manojo de nervios a esta altura, Andrea Rincón salió del mercado arrastrando la canasta con lo que eligió para llevar a su isla. Mientras lo hacía se le cayeron los huevos y eso la enojó aún más, al punto de no querer cocinar este jueves y pedir su pase directo a la gala de eliminación.
“La verdad no cocinaría y me iría directamente al domingo. Me chupa bien un huev.. esto ya”, manifestó indignada arrastrando su canasta. “Se me cae una idea y no tengo ganas de hacer nada”, agregó Andrea Rincón. Y si bien sus compañeros trataron de alentarla, no hubo caso… la morocha no podía con su mal humor.
