La partida de este universo de Romina Yan continúa latente en el corazón de una enorme cantidad de personas, que la mantienen en el recuerdo. La actriz ascendió al firmamento hace once años, en un desenlace sorpresivo que caló hondo.
Dentro de ese sorpresivo final, a causa de un aneurisma que se activó en la vía pública, trastocó para siempre la vida de su familia, que esa que supo edificar con Darío Giordano y sus tres hijos Franco, Valentín y Azul. La tristeza bañó los días de los seres amados de la actriz.
Claro que con el tiempo, Darío cumplió a rajatabla el honor de criar a sus pequeños, de mantener el lazo con Cris Morena y Gustavo Yankilevich. Hasta que un momento entendió, o sintió, que podía reconstruir su plano amoroso. Algo que aconteció allá por 2013, cuando conoció a Miren Algañarás.
Giordano se topó casualmente con esta cocinera rosarina, que en esa época gestionaba un restaurante en Palermo. Y una chispa brotó entre ellos, que se dieron el tiempo de frecuentarse, escucharse y enamorarse. Por eso, en 2014 decidieron sellar a fuego el amor con el casamiento.
Claro que antes de tomar esa determinación, Darío le consultó a sus hijos, y también a los padres de Romina para conseguir su visto bueno, lo que llegó indudablemente. Tras pasar por el altar, la nueva pareja cristalizó el lazo con el aterrizaje al mundo de su hijo.
A la hora de diagramar la cotidianidad, Giordano optó por encontrar el equilibrio entre todos los miembros de su familia, así se mudaron con Miren y los tres hijos de Yan a un barrio privado y consiguieron recrear una convivencia natural, feliz y amalgamada entre todos.
A partir del expertise de Algarañás, la pareja supo encontrar una veta profesional y activaron un emprendimiento gastronómico, que se vincula con la realización de caterings personalizados, de alta calidad, para eventos. Una faceta laboral que llevan a cabo de manera conjunta.