Siendo tan solo una adolescente, Moira Gough integraba la agencia de Pancho Dotto como una de las modelos con mayor salida laboral en los ´90. Su imagen supo ser la elegida para representar a las marcas más importantes y de renombre de nuestro país, realizó publicidades, campañas y llegó a ser parte del staff de chicos de Jugate Conmigo.
Sin embargo, en pleno auge de su carrera, la modelo decidió abandonar su profesión en Argentina e irse a México en busca de nuevos horizontes. Desde entonces, ya han pasado 20 años, y lejos de pensar en regresar en el país azteca encontró el amor en el diputado Carlos Puente con quien tuvo a su hija Mía, de 8 años.
“Empecé a trabajar de muy chica y me creía la más adulta del mundo. Supuestamente me venía a México a trabajar dos meses, estaba en un momento de crisis aguda y no sabía qué hacer. Me llamaron, y acepté porque pensé que podían ser dos meses de vacaciones pagas, de alguna manera, aunque venía a trabajar. A los tres meses había decidido que me quería quedar a vivir en México y a los dos años conocí a mi marido”, explicó Moira en diálogo con La Nación.
Y siguió: “Con 23 años no era de las nuevas, tampoco de las veteranas pero ya tenía mucha historia y sentía que no tenía mucho futuro en el modelaje, que necesitaba tomar una decisión. En esa época estaba muy frágil, con relaciones difíciles y tuve una de las primeras depresiones”.
“No sabía todavía que era una depresión y creí que estaba un poco bajoneada. Fue un momento de mi vida en que todo se empezó a complicar: el trabajo, la parte emocional y la familiar. Y necesité irme. El mexicano es muy alegre, muy positivo y hasta en los peores momentos se relajan, se toman unos tequilas y superan las tristezas”, comentó la ex modelo.
"Tuve una crisis aguda, depresiones. Las emociones empezaron a aflorar en mi cuerpo, en los desórdenes alimenticios y la pérdida de interés por la vida", reconoció la ex modelo.
Y reveló Gough: “Eso, por mi personalidad, me perjudicó, porque dejé de hablar de mis problemas y esas emociones empezaron a aflorar en mi cuerpo, en los desórdenes de alimentación, en la pérdida de interés en la vida, en pensar para qué estoy. Por suerte tengo un marido que me ha aguantado en las buenas y en las malas. Dejé de trabajar porque estaba en una zona de confort y sentí que no tenía que salir a lucharla".
“Me casé y por cuatro años seguí trabajando. Después mi marido tenía que pasar la mitad del tiempo en Zacatecas y decidimos mudarnos a esa ciudad chica que no tiene desarrollo en mi espacio laboral. Yo estaba mal anímicamente, como en un agujero negro del que no podía salir hasta que tuve a mi hija”, reconoció Moira.
Fue entonces que llegó la gran noticia que le devolvió la vida: la llegada de su hija Mía. “Era feliz en mi matrimonio pero había algo sin resolver en mi vida, relacionado con quién soy, a dónde voy, y por años perdí el motivo para vivir. Estaba adormilada, que es lo que hace la depresión”, confesó.
“Mi hija me salvó la vida. En el momento que la miré por primera vez me di cuenta que era mi motivo por el cual levantarme cada mañana y salir de ese agujero. Antes de tener a mi hija, de repente podía estar cuatro días sin querer salir de mi habitación. Levantarme era un suplicio. Salir de ese pozo fue un proceso. Estoy con un psicólogo argentino y una médica internista, psicóloga y especialista en medicina natural, que me lleva el asunto de la alimentación”, agregó Gough.
Aquella joven modelo top, dueña de una figura súper delgada hoy lucha contra eso y contó: “Tengo sobrepeso y siempre fui una comedora emocional: estoy deprimida como; estoy alegre, como. Ahora estoy en esa educación que necesito y no por lo que opinen de mí, sino por mi salud y que mi hija tenga un buen ejemplo”.
Y si bien no se arrepiente de haber dejado su exitosa carrera y las pasarelas, Moira reconoce: “Tenía una marca de ropa (John L. Cook) buenísima que me apoyaba y me daba una exposición que, creo, es la más añorada, y por marearme con un noviecito y querer seguirlo, la dejé. Hoy hubiera tomado otra decisión”.
“A los 23 años ya no tenía mucho más para dar. Y no me hubiera gustado seguir en la pasarela muchos años. Tenía necesidad de encontrar un lugar en el que no me sintiera tan juzgada, porque opinaban sobre todo lo que hacía: el corte de pelo, cómo me vestía, el novio que tenía.No era la preferida en el mundo de la moda, quizá sí la más popular. Hoy soy una feliz madre y ama de casa”, cerró.