En los años noventa, Octavio Borro se hizo famoso como uno de los "chicos lindos" de Jugate conmigo, el programa de juegos y canciones de Cris Morena, toda una usina de nuevos talentos y caras teen de la que surgieron nombres como el de Luciano Castro, por ejemplo.
Sin embargo, Octavio, eligió otro camino, muy diferente al que tomó Luciano: el del bajo perfil. Luego de un tiempito más trabajando en comedias y series, como Costumbres argentinas, De corazón y Rebelde Way, Borro se alejó de los sets y se abocó a la carpintería.
“Fue de a poco. La incertidumbre que te produce no saber cuándo vas a trabajar es terrible. Después, me enganche con la carpintería y me di cuenta que es lo mío porque soy más feliz haciendo muebles que trabajando de actor”, dijo a La Nación sobre su alejamiento de la pantalla.
Borro señaló que se decidió por la carpintería porque es un trabajo que sólo depende de él: “No tengo que esperar que te llame. No trabajar me hace mal. No era solamente la plata sino la incertidumbre de no hacer nada y no saber cuándo vas a volver”. “Estás un año parado y te replanteás todo”, indicó.
Este rumbo enfocado lejos de las cámaras fue el mismo que tomó su pareja, Julieta Fazzari, que también conoció la fama de muy chica, en Grande Pá, con quien tienen dos hijas, Nina, de 11, y Mila, de 9.
“Nos conocimos en Grande Pa porque cuando terminó Jugate conmigo trabajé durante el último año de la comedia. Pero en ese momento la diferencia de edad se notaba más. Empezamos a estar juntos unos años después, haciendo El mago de Oz en teatro, en gira por el interior del país”, contó.
Pero ahora, Octavio está listo para volver al ruedo de la tele, ya que lo convocaron para Hogar dulce hogar, un reality de LaFlia conducido por Eugenia Tobal en el que hará de coach y de jurado de los participantes.
“Está bueno volver a sentir esa adrenalina tan particular. Hace mucho que no me paro delante de una cámara así que es algo que transito con gusto. ¡Un desafío muy lindo!”, indicó Borro, contento ante este nuevo reto.