Se llama Luciano Giugno, pero puede pasarse horas gritando su nombre y su apellido que muy pocos podrán reconocerlo o saber de quién se trata. Para todo el mundo es El Tirri, o el primo de Tinelli, o el novio de Marielita "Mimi" Alvarado, o uno de los fundadores de Los Cadillacs. Cualquiera de esas 4 circunstancias, sobre todo la primera, lo identifica mucho más. Infinitamente.
El Tirri no tuvo "un cuartito de hora" para coquetear con la fama, sino que disfrutó varios. Ninguno como cuando Tinelli reconoció públicamente la relación, lo llevó a participar de Showmtach y con sus locuras se transformó en un personaje popular, querido y admirado, sobre todo por los jóvenes. Eran épocas en las que la competencia de baile se imponía con holgura a cualquier rival (ahora, en cambio, no entra ni entre los 5 programas más vistos de la tele) y su nombre se volvió familiar para todo el mundo.
Pero de espíritu volátil y aventurero como es, un buen día decidió emprender nuevos caminos. Se tomó un avión y se fue con lo puesto a abrirse camino en los Estados Unidos. No se llevó nada. Ni siquiera a la novia: Mimi quedó acá diciendo que seguían siendo pareja, pero nunca se los volvió a ver juntos. Para ella, el amor a la distancia les funcionaba perfecto. Para él, era la gran oportunidad de ganar nuevos mercados y probar suerte haciendo cosa diferentes.
Siguió, por supuesto, ligado a la música. Y en una entrevista que le brindó al diario La Nación, contó que una de sus creaciones llegará a Netflix, nada más y nada menos que como cortina musical de la serie Narcos, una de las más vistas en esta parte del continente. Como su nombre lo indica, es una ficción que ahonda en la problemática del tráfico de drogas en esta parte del continente. “Lo increíble de esta propuesta es que elijan un tema que tiene 20 años y quieran usarlo tal cual está, eso para mí es un elogio” dijo, en referencia a la canción Los Angeles de la noche, de 2004.
Aunque cueste creerlo, El Tirri dice que su vida en Los Angeles arranca antes de que canten los gallos. "Mis rutinas que comienzan alrededor de las cinco y media de la mañana, disfruto entrenando o surfeando olas. Acá tengo una vida muy activa, hago mucho deporte, trato de descansar y como sano. Los fines de semana me reúno con mis viejos, que también viven. Nos vemos religiosamente todos los sábados, comemos asado y escuchamos tango, ya es un ritual” contó él.
“Volver a Los Ángeles me hizo desaparecer del personaje de El Tirri” dice. Es lo que cree él: si un día regresa a la Argentina, un par de minutos le serán suficientes para darse cuenta de que está equivocado. Aunque le genere algún disgusto, acá nadie le va a decir Luciano.
