No todo es lo que parece o al menos no es puertas adentro lo que parece puertas afuera. Mientras unos creen que la vida de los artistas es fastuosa y maravillosa, éstos traen consigo historias -muchas veces pesadas- difíciles de digerir. Hoy, a los 23 años, su nombre está relacionado con la fama, el éxito, la bonanza, pero no siempre fue así: Delfina Chaves tuvo una adolescencia muy dura.
La joven actriz que en la ficción Argentina, tierra de amor y venganza interpreta a Lucía Morel tuvo una dura adolescencia que ella misma le relató a Caras. “Por la crisis del 2001, la empresa de papá se había fundido y en casa se hacía lo que se podía”, explicó. “El matrimonio con mamá estaba terminado. A él lo veíamos dos veces por semana y ella hacía malabares para alimentarnos con dos mangos”, siguió.
Aquella desesperante situación llevó a su mamá, Alejandra, a sumirse en una profunda depresión. Se encontró sola a los 40, con tres hijos y en una complicada condición económica. Aquella situación la llevó a realizar varios tratamientos psiquiátricos que no pudieron evitar que se refugiara en el alcohol.
MUCHA FUERZA
Aunque su madre se recuperó y pelea a diario para no recaer, Delfi recordó lo difícil que fue atravesar el momento y cómo su hermana Paula, 11 años mayor, tomó la riendas de la casa. “Fue una guerrera, decidida y protectora. Era ella la que llenaba la heladera de casa y me compraba ropa. Estaba pendiente de cada necesidad”, evocó Delfina Chaves sobre su adolescencia, entre admirada y agradecida para con su hermana mayor.
Hoy Delfina disfruta de un presente distinto y prometedor. El trabajo y el éxito golpearon a su puerta y, a juzgar por la marcha de la novela, llegaron para quedarse. Ella, obviamente, puso lo suyo. Y lo suyo es el talento.
Mientras tanto, las dudas sobre su relación con el español Albert Baró siguen en el ambiente, más allá de sus aclaraciones.