Fuga de cerebros, fuga de capitales… Huir también es parte de la farándula. Por distintas razones, obviamente, de las que esgrimen todos aquellos científicos que prefieren llevar sus conocimientos al extranjero o los usureros que optan por trasladar su plata a otro país para evadir impuestos. Los famosos se van de la Argentina, en muchos casos, por el frío.
El invierno, más allá de que en los últimos días cobró una tónica primaveral, suele hacerse sentir fuertemente en la Argentina, y en la farándula siempre ven con buenos ojos armar las valijas y partir. ¿Hacia dónde? Generalmente a Europa, donde el clima presenta un escenario completamente opuesto a lo que ocurre por nuestras latitudes. Sí, porque mientras acá combatimos las bajas temperaturas con gorros y bufandas, al otro lado del océano bailan y beben tragos frutales a la orilla del mar.
Por esa razón, cuando la agenda lo permite, más de una cara conocida del espectáculo se “toma el olivo” para reencontrarse con el calor y con las típicas jornadas veraniegas, esas que comienzan muy temprano y finalizan muy tarde. Ojo, también están los que ya no quieren saber nada con la exposición al sol. Que ya le sacaron el jugo al verano en distintos puntos turísticos y que ahora, con la llegada de agosto, desean descansar rodeados de nieve. Claro, a esta altura del año, las ventajas son múltiples, pues para lograr su objetivo no deben desplazarse tanto y les basta con un par de horas de avión para desembarcar en los sitios de la Patagonia más representativos turísticamente.
Eso hizo Valeria Mazza (47), por ejemplo. La modelo top, que siempre vacaciona en verano en Punta del Este en compañía de su numerosa familia, partió a Bariloche para descansar y pasarla bomba con los más chicos del hogar, que por supuesto están liberados del estudio por encontrarse transitando el receso invernal. Así fue que Taína (11), Balthazar (20), Tiziano (17) y Benicio (15), junto con su mamá, Valeria, y a su papá, Alejandro Gravier (56), pudieron sacarle todo el jugo posible al guiño que les dio la naturaleza, pues desde que llegaron hasta que se fueron nevó intensamente.
Fue la yapa que todo visitante espera cuando pisa la localidad más famosa de Río Negro, que se vio con sus montañas y sus calles prácticamente pintadas de blanco por este fenómeno climático que embelleció Bariloche. Todos se pusieron los trajes de esquí y bajaron las pendientes de los diversos cerros, con las precauciones del caso y tomando los recaudos pertinentes, aunque visiblemente felices y distendidos para vivir la experiencia sin condiciones más que las de rigor.
Por supuesto que el grupo también recorrió los puntos más tradicionales de la ciudad y realizó compras en el centro comercial, fundamentalmente de artículos típicos para llevar como recuerdo. Fue un paseo al que no le faltó nada: hubo amor, risas y mucha nieve. Ideal, desde luego, para fugarse de Buenos Aires, no de sus bajas temperaturas.
