A algunos les dio por la cocina. No sabían prepararse ni un té con galletitas y ahora, por lo menos, aprendieron lo que es una plancha y que arriba de ella, vuelta y vuelta, se puede hacer un churrasco si el bolsillo todavía da para comprar algún corte decente de carne. A otros les picó el bichito de la lectura. Sacaron las telarañas que cubrían esos libros que tenían arrumbados en el escondrijo más recóndito del armario y se interesaron, al menos, por prólogos y sinopsis de esas obras literarias.
Muchos quisieron salir a correr, como si el deporte más popular de la Argentina fuera el atletismo y no el fútbol. La cuarentena, el famoso aislamiento social obligatorio, le pegó a cada uno por un lado diferente. En el caso de Luciana Salazar, la habitualmente aguerrida tuitera política –mostró mejor información que muchos especialistas del ramo–, se puso reflexiva y empezó a filosofar como si se tratara de una Simone de Beauvoir o una Hannah Arendt de la pandemia de coronavirus.
“No se me ocurre un momento más indicado para reflexionar que este”, arrancó la rubia más explosiva de la última década o década y media. “Hace un mes –agregó Luli– nos hubiera parecido una locura ver al mundo completamente parado, y finalmente se detuvo”.
No conforme con esas definiciones, agregó lo más saliente de su discurso: “Este virus nos está mostrando cuan vulnerables y frágiles somos cuando muchas veces nos creemos invencibles”. Acto seguido, invitó a la gente (en su cuenta de Instagram la siguen 1,6 millones de personas) a “que esta crisis global nos enseñe a valorar aquellas pequeñas cosas tan importantes que dábamos por sentadas”, y las enumeró de la siguiente forma: “Un abrazo, una reunión familiar, una película con amigos, un viaje anhelado o un encuentro apasionado”. Casi nada.
El último ítem, precisamente, fue el epicentro de las noticias en torno a Luli desde que su relación con Martín Redrado volara por los aires en medio de un escándalo pocas veces visto, que incluyó denuncias de todo tipo, graves acusaciones y hasta la revelación de que él la había “freezado” al poner en la congeladora un vaso con su nombre. A partir de entonces se le adjudicaron un sinfín de romances y otra lista grande de pretendientes, pero ella prefirió jugar al “no sabe/no contesta” que tantos resultados le dio. Y envuelta bajo ese halo de intriga fue desarrollando su vida.
Pero no sólo acerca del coronavirus se manifestó la popular Luli Pop. También se refirió a la cuestión de género, tan en boga por estos días: “Ser mujer es sinónimo de ser luchadora, desde niñas tenemos que luchar contra los prejuicios y estereotipos instalados por la sociedad. Luego seguimos luchando por nuestros derechos, por ser libres y por un mundo más justo e igualitario, y si luchamos juntas somos mucho más fuertes”, escribió.
A muchos les pegó mal la cuarentena. Después de leerla, queda claro que a Luciana le está haciendo bien. Muy bien.