Magalí Mora viene de transitar meses muy movilizantes, llenos de emociones contradictorias. La primera, enterarse de que estaba embarazada y de que su pareja no quería hacerse cargo de ese hijo. La modelo llegó a contar que sus suegros la extorsionaron para que abortara.
“Me trajo unos test de embarazo que me dieron positivo, y me dijo ‘bueno, guacha, vamos a ver cómo lo solucionamos’. Su fin era que yo abortara. Si lo hacía, me proponía casamiento y mi suegro me compraba una casa para que me vaya a vivir con su hijo”, contó Magalí en El club de las divorciadas, en junio del año pasado.
Además, por aquel entonces la modelo mostró los chats violentos de su ex novio, llamado Agustín Cobas, contra quien más tarde pidió una perimetral y un botón antipánico, asustada por las constantes amenazas.
Finalmente, el 31 de octubre nació Brunna, y la emoción todavía la embarga cuando lo recuerda. “Cuando después del parto la tuve en brazos no caía, fue una sensación que no se puede explicar, es el amor más grande que podés tener, esas cosas que tenés que vivir para entender”, dijo a Teleshow.
Hoy, Mora prefiere no mencionar a su ex, de quien sólo contó que estuvo presente en el momento del nacimiento de la beba, después de 22 horas de trabajo de parto y que después, el hombre habría cortado el contacto tanto con ella como con su hijita.
“Casi me muero, a lo último no daba más, pero fue la experiencia más hermosa del mundo, me acompañó el papá de la nena, estuvo presente en el parto y la reconoció, solo eso”, dijo la ex panelista del talk show que conducía Laurita Fernández.
Actualmente, es su mamá quien la sostiene y apoya en la crianza de la beba, además de su hermano y su amiga Paz: “Al principio me costaba mucho, sufría de muchos cólicos, estamos las dos solitas pero mi mamá se la pasa casi las 24 horas conmigo, es mi gran pilar y me ayuda muchísimo en todo”.
A los tres meses de la beba, Magalí planea retomar sus estudios de Derecho y adelantó que recibió propuestas para volver al teatro a mediados de año. ¿Vida social? Se complica, y más sola. “Me cuesta salir, siento que me falta ella”, dijo la morocha, que hace unos días cumplió 30 años.