Han transcurrido dos décadas de ese impacto, de esa primera función de Gran Hermano. Un formato novedoso para la televisión argentina y que consagró como ganador a Marcelo Corazza, quien se destacó en un océano de competidores vehementes.
El hombre que se alzó con el premio gordo económico, y sobre todo que experimentó un giro radical en su vida con el brote furioso de la fama, analizó el inminente retorno del reality a la pantalla chica y soltó algunas confidencias desconocidas de las secuelas que se hicieron callo en su piel.
Con la efervescencia del regreso de la casa más famosa a Telefe, Marcelo charló con Por si las moscas y soltó una infidencia de una problemática compleja que se cruzó en su camino al terminar su participación en el show y que refiere a su actividad como profesor de educación física.
“Me pasó que quise volver a mi vida normal y fue muy duro porque quería entrar a trabajar a colegios y no podía. El primer año odiaba que me reconocieran en la calle, tuve hasta gente acampando en la puerta de mi casa, le pedían autógrafos a mi familia”, contó Corazza.
Y a la hora de revelar el motivo que le esgrimían las instituciones educativas para no contratarlo, Marcelo explicó: “Me rechazaban en todas las escuelas porque no querían un profesor tan expuesto, hoy sería re cool pero en ese momento era distinto”.
Más allá de su experiencia personal, el ganador de Gran Hermano 2001 se animó a brindarles un consejo a los aspirantes a sumarse a esta edición y soltó: “Hay que estar muy fuerte de la cabeza hoy para mostrar todo lo que sos en realidad y sin el filtro de lo que puede generar la red social. Acá te levantaste mal, te ven. Subís de peso, te ven. Esto es vida real y es un desafío grande para cualquiera”.
