Lo intentó, nadie puede negarlo, ni refutar. Persiguió su sueño, cumplió con todos los requerimientos y tuvo paciencia, muchísima paciencia hasta que ya no pudo más y cayó ante esa maquinaria horrenda y gigantesca que es la burocracia.
Marcelo Polino reveló hace años su anhelo de adoptar un hijo, incluso describió con lujo de detalles en infinidad de ocasiones todos los procesos a los que se sumergió de lleno, siempre motorizado por esa pulsión de acompañar el crecimiento de un pequeñín.
Lamentablemente, el periodista ya no logró soportar más la dilación eterna y sin sentido del aparato estatal. Toda esta novedad surgió de las entrañas del comunicador, quien se abrió de par en par en una visita muy sensible al piso de Socios del espectáculo.
Con un clima intimista, Rodrigo Lussich le consultó: “¿Seguís con ganas de ser papá o eso pasó?”. Esa pregunta le activó la confesión de Marcelo, que no dudó en explicar con todas las letras lo que late en su interior: “No eso ya pasó, porque yo durante diez años hice el trámite de adopción que se renueva cada dos años”.
Respecto a los vericuetos y encrucijadas de los procedimientos, Polino contó: “Es muy invasivo, muy horrible. Aparte si me dan un chico ahora voy a ser el abuelo, si lo voy a buscar a la escuela no me voy a poder agachar a agarrar al niño”.
Y en cuanto a la inquisición de Adrián Pallares sobre si le tiene miedo a la soledad, el ex embajador de Masterchef exteriorizó: “No porque yo estoy rodeado de un grupo de gente que me acompaña un montón. Aparte la tengo a Matilda, que es un amor. Es una niña muy inteligente, muy cariñosa, la amo”.
