De bajo perfil, María Socas (59) sembró una carrera de silencioso trabajo constante que hoy cosecha. Amante de una milenaria disciplina china de relajación, vive la temporada en Carlos Paz no sólo para disfrutar de las sierras y el aire puro, sino para hacerle honor a su profesión sobre el escenario del Teatro Candilejas con Brujas.
“Cada año pienso que es el último de mi carrera. Me entrego al ciento por ciento, me ocupo de la obra, de la actuación, de lo que pasa con lo que se está contando. En cambio, todo lo otro, lo que tiene que ver con la promoción, exposición y demás, y de lo que hay que ocuparse un montón, me voy olvidando. No está en mi mira, se me va. Y a eso súmale lo de mi carácter, que soy más reservada”.
–Alguna vez te arrepentiste de haber elegido la actuación?
–Sí (ríe). Un montón de veces me pregunté por qué… El mundo es inestable, todo cambia. La vida del actor es todo el tiempo comienzos y finales. Ahora ya no me arrepiento porque todos estamos igual, está estudiado que un chico en edad universitaria va a cambiar de trabajo al menos siete veces en su vida. Pero cuando era más chica y tenía a mis amigas con una vida más estable, se esforzaban y conseguían cosas que se mantenían, y yo me daba cuenta de que luchaba mucho por algo que duraba entre siete y nueve meses. Lo máximo que me pasó fue actuar en una misma obra durante dos años. Quería tener un uniforme, saber cuándo eran mis vacaciones, con cuánto contaba y cuánto no.
–Hace un año y medio que no trabajás en tele, ¿te gustaría volver a hacerlo?
–Siempre me gustó la tele. En realidad, me gustan los tres medios: cine, teatro y tele. Una sola vez hice radio y me gustó también, es diferente. Cuando se me termina un trabajo me quedo en blanco, me gusta la vida real. No sueño con otras cosas, nunca me pasó. Pienso en que la vida es hoy.
–¿Estudiás constelaciones familiares?
–Fui por primera vez a mis diecinueve años. Iba todos los días a terapia psicológica en una etapa de mi vida. Cuatro veces individual y una en grupo.
–¿Por qué tantas veces a terapia?
–Era otro planeta, hoy no se puede pagar nada. Hoy, si necesitás, tenés que ir una vez cada quince días, con esfuerzo. Para mí era genial ir a diario. Estudiaba mucho teatro en ese momento y me ayudaba a encontrarme y entender cómo es este trabajo, en el que agarrás y soltás personajes todo el tiempo.
–Prácticás la disciplina del tai chi chuan, ¿cómo llegaste a ella?
–Cuando estudiaba teatro con Carlos Gandolfo, él se enteró de que en Estados Unidos aplicaban la disciplina como técnica de relajación en movimiento. En la formación actoral, hasta ese momento se trabajaba eso quieto. Y también le cuentan que los actores empezaron a hacer tai chi chuan. Todos tenemos bloqueos emocionales. Hacer ejercicios lentos permite que la energía fluya, el cuerpo se relaje, baja la ansiedad, ayuda mucho.
–¿Cómo la llevás a cabo?
–Por la mañana me higienizo y hago algunos ejercicios mientras preparo el desayuno. En Buenos Aires tengo una plaza cerca de casa, y me voy con el termo y unas almendritas y pasas de uva, por si me da hambre mientras estoy practicando. En la plaza practico con abanico, sable, palo, manos limpias, con algún amigo o compañero. Y cuando vienen maestros chinos, hago seminarios.
La actriz de Brujas abrió su corazón.
Mucha actitud en Carlos Paz.
En el escenario, ¡la rompen!