A pesar de su corta edad, Martita Fort ha transitado muchas situaciones movilizantes a lo largo de su vida, pero lejos de encerrarse y resguardar su parte vulnerable, la hija del excéntrico millonario acostumbra a compartir lo bueno y lo malo de su vida con su casi millón de seguidores aportando sus experiencias y consejos.
Y fue a través del juego de preguntas y respuestas de las redes sociales, ese que Marta suele hacer a menudo en instagram, donde eligió contestar algunas consultas de sus seguidores referidas a su identidad, su imagen… y sus trastornos alimenticios. “¿Te costó mucho salir de tu TCA?”, le preguntó un internauta.
A lo que la hija de Ricardo Fort compartió: “La verdad que sí. Empecé en 2017 con anorexia y bulimia, pero en la cuarentena entendí que nunca vas a poder conformar a todos. Si estás muy flaca o muy gorda, entonces, desde ahí empecé a preocuparme más por mi misma y logré salir de ahí”.
Cabe recordar que hace unos meses la joven influencer había confesado que “cuando me jodían a mis 13 años por ser rellenita bajé 27 kilos en pocos meses hasta que la gente dejó de decirme eso para decirme que era puro hueso, o comé una hamburguesa”.
Y siguiendo con el juego virtual, Marta le respondió a otra persona que quiso saber de quien heredó su belleza y recordó cómo llegó al mundo a través de un vientre subrogado. “No tengo idea de cómo se ve mi vieja, así que supongo que de mi viejo. No me hizo falta una madre porque mi papá y Marisa (la que nos cuida) pudieron criarme bastante bien”.
"Me costó salir. Empecé en 2017 con anorexia y bulimia, pero en la cuarentena entendí que nunca vas a poder conformar a todos", declaró Martita.
Y así como en la crianza Ricardo tuvo sus partes buenas, en cuanto a los estándares de belleza que pretendía el chocolatero para con las mujeres que oficiaron de sus acompañantes… también intentó imponerle cierta imagen a Felipe y su hija… quien reconoció que no le gustaba.
“Él quería que yo tuviera el pelo rubio platinado entero. En la peluquería le decían que yo era muy chica. Me hicieron reflejos. Me mandó como cinco veces. Yo lloraba porque no me gustaba. Y a mi hermano tampoco le gustaba tener todos los pelos parados”, recordó Marta.