En el 2015, Matías Alé sufrió un inesperado hecho que marcó un antes y un después en su vida: un brote místico. Después de varias semanas internado, comenzó con una larga recuperación ambulante que lo mantuvo alejado del espectáculo.
Y cuando regresó, a Matías se le reabrieron las puertas laborales, la gente le demostró que el cariño que le tenía seguía intacto y empezó una nueva etapa lejos de la vorágine mediática a la que estaba acostumbrado al presentar una novia detrás de la otra y aceptar varios trabajos al mismo tiempo.
"Estoy muy bien, gracias a Dios. Hace más de seis años que no tengo ningún episodio, tengo a mi médico que lo voy a ver cada 40 días y ahora cuando vuelva a Buenos Aires tendré mi entrevista con él", adelantó en Revista Pronto quien está pendiente de continuar con cada una de las recomendaciones que le hicieron.
“Compro la medicación que me dejó, que es una sola pastilla al día para mantenerme nivelado y tengo el apoyo fundamental de mi familia. Me siento muy bien y todos están muy contentos con mi presente, siempre acompañado por mi familia y por profesionales. Ya quedó atrás todo eso”, se sinceró Alé, sobre el difícil momento, cuando llevaba apenas pocas semanas de casado con María del Mar Cuello Molar.
“Estuve distanciado de mi madre y no me voy a cansar de pedirle perdón. Tenemos un vínculo hermoso y si no hubiese sido por ella, no habría salido jamás. Se me hubiese hecho muy difícil”, reconoció Matías, quien recuperó el vínculo con su madre tras su separación de Graciela Alfano.
"Mi mamá me ayudó, me acompañó, me llevaba a los médicos, me daba la medicación y estaba pendiente de mí. Los primeros cuatro meses de la pandemia estuve en su casa y me preparaba rico de comer. No sé si hubiera salido si no hubiese estado mi vieja al lado mío. Es la persona más importante de mi vida, sin dudas", definió Alé, en agradecimiento a la compañera que lo asistió en sus últimos años.