La final de Gran Hermano está cada vez más cerca. El programa de Telefe es uno de los más visto de la Argentina y tuvo una edición que rompió varios récords respecto a la audiencia. Ahora, a falta de poco para que termine prepara su final para la última semana de marzo con grandes expectativas en los participantes, en los panelistas de los debates como en el público y en los exjugadores.
Y a pesar de que la gran parte del show ya ha transcurrido a lo largo de los cinco meses desde que comenzó en el pasado octubre, los hermanitos siguen jugando, y también a falta de semanas para el fin, empiezan a reflexionar sobre su paso en la casa más famosa del país, y de todos los cambios que eso trajo en su vida y en su rutina diaria.
En ese sentido Nacho Castañares, uno de los favoritos de la edición, hizo un profundo análisis de su paso en una íntima y sentimental charla con Camila (recientemente eliminada), Marcos y Rodolfo, su papá, cuando estuvo de visita en el programa.
En primer lugar, dijo refiriéndose al encierro y el aislamiento que no le permiten tener contacto interpersonal con nadie más: “Me estoy acostumbrando a que mi vida sea así a partir de ahora. Una rutina de no contacto”.
LA VIDA DE NACHO ANTES DE ENTRAR A GRAN HERMANO
“Ya no me acuerdo lo que era mandar un mensaje, abrir el celular, escribir. Tener la libertad de hacer todas esas cosas. Tampoco siento que salgo y que va a pasar. Si yo me pongo a pensar, siento que estoy hace una eternidad”, continuó contando.
Además, en relación al uso y abuso del celular, el hermanito comentó como era un poco su relación con su teléfono móvil: “Yo usaba 12 horas seguidas por día el teléfono”.
Ya en un tono mucho más filosófico, el jugador de 21 años reflexionó: “Tengo muchas ganas de saber del afuera y todo, pero hasta tengo la sensación de que no existe el afuera, ¿entienden? Nosotros entramos con una vida y no vimos el cambio”.