En una decisión controversial, que despertó hondos debates, la producción de Gran Hermano consideró beneficioso para el juego, o para el rating, meter a la fuerza, y sin previo aviso, a cinco participantes nuevos a la casa más famosa de la televisión argentina.
Ya han transcurrido una montaña de meses, se produjeron una decena de eliminaciones, permitieron el retorno de tres eyectados por la vía del repechaje, así y todo las autoridades volvieron a borrar con el codo todos los lineamientos y los acuerdos al insertar de la nada a Paloma Méndez, Mauro D’Alessio, Darío Martínez Corti, Florencia Regidor y Damián César Moya.
Las repercusiones de esa intromisión en la dinámica del reality son imposibles de dimensionar, tanto entre los televidentes, pero principalmente en aquellos que transitan por el calvario de la convivencia forzosa desde el primer momento. Por eso, Nicolás Grosman no aguantó y estalló.
El participante se encerró en el baño con Rosina Beltrán, que ofició de sostén psicológico y se largó a llorar a moco tendido, en una reacción espontánea de su psiquis, su cuerpo, sus entrañas. Ahí, tirado en el piso, Nico escupió toda su indignación y frustración.
NICO GROSMAN LLORÓ POR EL INGRESO DE 5 NUEVOS JUGADORES A GRAN HERMANO
Visiblemente movilizado, Grosman exteriorizó sus emociones de bronca por la determinación de la producción y exclamó: “Estamos acá hace tres meses, y de golpe caen diez personas como si nada. Me siento un boludo porque saben las estrategias. Falta que entren todos y arranque de nuevo".
Y luego le expresó a Rosina: "No es nada que no podamos enfrentar o sobrellevar con todo lo que pasamos. Después de tres meses estando acá adentro, que venga lo que sea. Nos reímos, lloramos, disfrutamos, aprendimos, ya hicimos el ridículo... es seguir haciendo lo mismo".
