Siempre sonriente y en movimiento, Noe Antonelli sorprendió a todos cuando, en 2019, anunció que había terminado su relación con Federico Seeber, su colega de TN con quien estuvo diez años y con quien tuvo a Juana, su única hija.
En medio de una profunda crisis personal llena de cambios en lo personal y laboral, Noe tuvo que aprender a improvisar y a soltar sus planes de viaje al exterior cuando el programa que conducía, Siempre Show, por Ciudad Magazine, quedó cancelado cuando estalló la pandemia.
De estar a mil a parar obligatoriamente, separada y sin mucho que hacer, Antonelli en un primer momento se desesperó, tocó fondo y salió adelante gracias a las herramientas que le brindó una coach espiritual, con quien entendió por dónde iba su camino que mucho tiene que ver con el proyecto que hoy la ocupa.
Porque además de estar en Flor de equipo y en Todos estamos conectados, con Sergio Goycochea, Noelia empezó a organizar “viajes motivacionales” por el país, contingentes de mujeres que, como ella, necesitan compartir sus experiencias en grupo. El primero, a Iguazú, fue todo un éxito.
Hoy su vida es diferente. “Nunca había podido disfrutar de lo que hacía. Siempre estaba esa vorágine, esa ambición de ir por más, de hacer otra cosa, de buscar otro laburo, sumar horas en televisión… Y durante la cuarentena, encerrada y sin trabajo, de repente me di cuenta de que nunca lo había disfrutado”, dijo a La Nación.
“Entonces, dije: voy a ocuparme de disfrutar. Como no se podía viajar, que es lo que más me gusta hacer, no me quedó otra que viajar adentro mío y bucear un poco en lo que me estaba pasando”, explicó.
La periodista encontró una clave en los viajes: “A mí me pasaba algo re loco, cada vez que viajaba sentía que era yo, ahí sí sentía que era yo y que disfrutaba. Pero solo me pasaba en los viajes. Entonces, al no poder viajar, dije: ¡no puedo ser yo en ningún momento!”.
“Yo no era una persona muy espiritual, de meditar, de hacer yoga, de hacer ejercicio… Siempre estaba al palo. Y de a poco entendí que había que sufrir lo que había que sufrir para estar bien después. Y lo hice. Así de simple. Me dediqué a sufrir con ganas”, recordó.
Noe señaló que “la separación la puso en otro lugar”: “Uno planea la vida en pareja, en familia, y en el momento en el que una pareja se derrumba, la familia también sufre un cimbronazo. Eso me hizo replantear cómo quiero vivir el amor, cómo quiero vivir la vida, cómo quiero vivir de ahora en más”.
Para ella fue un punto de inflexión el estar todo el día en su casa, “con la cabeza maquinando”. “Yo, que siempre había sido tan autoexigente, de golpe no estaba haciendo nada”, indicó.
En ese momento, a Noelia le cayeron varias fichas en relación a la libertad y la pareja. “Desde los 19 años, siempre tuve novio. Entonces pensé: la libertad me encanta, ¿pero siempre necesito a alguien al lado? Y fui descubriendo que llegué hasta acá por mí, no por estar acompañada”, dijo.
Y agregó: “Entonces pensé, ahora también voy a poder sola”. Antonelli contó que al separarse de Seeber, sintió que muchos le tenían compasión. “Yo soy de Venado Tuerto, y cuando conté que me había separado, la mayoría me dijo “¡ay, pobre!” Y yo decía “no, pobre no, ¡pobre si no me hubiera separado!”.
“Separarme era lo que necesitaba”, aseguró la periodista que dice “agradecerle al sufrimiento, porque es lo que te potencia”. “Un montón de veces, por no sufrir, hice cosas… Y pienso que si tal vez yo hubiera dicho ´che, me está pasando esto´, lo hubiera visto con claridad y lo podría haber sanado”.