Finalmente, Delfina, la hija de Virginia, fue la más votada en Gran Hermano y se ganó la casa prefabricada en una noche llena de emociones en la que madre e hija terminaron a los llantos y a los abrazos, felices con ese título de propiedad. ¿Y Furia? ¿Cómo reaccionó? Odiada, claro que sí.
“Esa cara es de envidia”, señalaron en las redes al interpretar el lenguaje gestual de Furia luego de que Santiago del Moro les diera la noticia que beneficia a Virginia, además, con el liderazgo de la semana. Es que Juliana no pudo evitar expresar que, esta vez, la decisión del “supremo” le había caído pésimo.
Cabe recordar que, horas antes, Furia se había trenzado en una tremenda pelea a gritos con Virginia, que saltó como una leona cuando la rapada se metió con su hija, a quien tuvo de punto durante días e incluso hizo llorar a mares luego de jugar con su punto débil: su autoestima baja.
A pesar de Furia y su fandom de furiosos, Delfina logró el 53,3 por ciento de los votos y superó a Facundo, el amigo de Martín, que recibió el 46,7. ¿Otro detalle que habla de la reacción de la entrenadora física? No se paró a felicitar a las mujeres y se quedó aplaudiendo con languidez, sentada en el sillón.
VIRGINIA QUEDÓ DE CAMA LUEGO DE PELEAR CON FURIA EN GRAN HERMANO
Luego de increpar a Furia al ver que atacaba a su hija, Virginia quedó de cama, llorando y al borde de una gripe. Así la encontró Delfina en el cuarto, donde tuvieron un diálogo íntimo. “Me llamaron y me dieron un antigripal. Tengo mucho moco, picazón en la garganta y tos”, contó Vir, bajoneada.
“No sé por qué me agarró”, dijo Demo, y cuando su hija infirió que todo podría ser por la pelea con Furia, ella aseguró que no. “No tiene nada que ver. No sé, gorda. Alguna vez me puede agarrar. Esta tarada no tiene nada que ver”, explicó Virqueen, una jugadora que quedó en la mira de Furia.