Amante del trabajo y del mundo de los peques, una vez más Laura Franco (44), cariñosamente conocida como Panam, es la líder teatral en vacaciones de invierno, con Panam y circo, con el que volverá al Teatro Astral el 10 de agosto. Mamá de hermosos tres hijos, Luca, Bautista y Sofía, complementa su amor por la profesión de animadora, conductora (los fines de semana, en la pantalla de El Trece), productora y cantautora, con su vida hogareña, que la llena de tanto amor como su vocación, que otra vez despunta sobre el escenario.
–Hace casi dos décadas que te dedicás a todos los detalles de tu carrera. ¿Cómo hacés para no colapsar?
–Imposible colapsar cuando te dedicás en tu vida a lo que amás. Tener la bendición de realizar con éxito tu vocación, lo único que hace es renovarte de energía. Aprovecho para abrazar a mi niña interior y compartir mi manera de jugar, y eso hace que me olvide de todo tipo de cansancio. Cuando la estás pasando bien, no hay cansancio ni colapso que te detenga. Además, la industria me acaba de mimar con mi cuarto Martín Fierro por hacer lo que adoro, y sólo tengo palabras de agradecimiento.
–¿Cuál es tu mayor inspiración para que estés llegando a las dos décadas dedicándote a los más chiquitos?
–¡Ser fiel a mí misma! Panam no tiene nada de personaje. Quienes me conocen, conocen a Panam. De chica inventaba canciones y ahora lo sigo haciendo. De chica jugaba frente a mi sobrina a cantar y bailar y ahora hago lo mismo pero con las butacas repletas de familias. Para mí, soñar canciones, personajes y juegos para compartir con los chicos es como respirar. Me alimenta el alma escribirles y divertirme junto a ellos desde un escenario.
–¿Qué es lo que más valorás de los chicos de la nueva generación?
–Lo de “nueva” quizá tenga que ver con las nuevas tecnologías que manejan, pero la esencia de los niños es atemporal. Ellos quieren jugar, reír, disfrutar, pasarla bien, soñar. Es más, creo que ninguna tecnología va a superar la capacidad de asombro de un niño. A ellos les basta un segundo para imaginar que una escoba es un caballo. Valoro a los chicos y a todos los adultos que logran mantener intacto su corazón niños. Ellos son la razón de todo lo que escribo y produzco.
–¿Qué valor transmitís a los chicos que te siguen, que son los que les enseñás a diario a tus hijos?
–Absolutamente todo lo que me enseñaron mis padres. Antes que nada, el respeto al prójimo, combatir todo tipo de prejuicios, ser solidarios, aportarle amor y paz a este maravilloso hogar llamado planeta Tierra.
–Tus hijos son partícipes de tus canciones, de hecho cada uno tiene la suya. ¿Es la forma que encontraste de hacerlos partícipes de tu carrera?
–Siempre tomé cada canción como el nacimiento de un hijo artístico. Por lo tanto, era cantado que cada uno de mis hijos iba a venir con un pan debajo del brazo, con canciones que se generaban mientras ellos soñaban en mi panza. “Teamodoro” para Luca, “La chancleta” para Sofía y “Bautista elige ser feliz” para Bauti. Ellos fueron coautores de las canciones que compuse porque han sido inspiración pura.
–¿Tus hijos te ven en la tele, escuchan tus canciones? ¿O preferís que puertas adentro de tu casa sea un mundo distinto?
–Sofía, para su último cumple, pidió que a su fiesta fuera… ¡Panam! (no puede evitar la risa). Con eso te digo todo. Además, cantó conmigo “Teamodororito”, palabra inventada por ella. Luca, que está más grande, me eligió todas las travesuras para hacer en una de mis últimas canciones. Es la que le escribí a la Bruja Marga, junto al genio de Campi. Y Bautista está a full con “Kekochino” y “Upalalá”, dos letras que serán parte de mi CD número diez. No existe diferencia entre la manera de juego con mis hijos en casa que en el escenario. Ellos saben que la mamá que está en la tele y en el teatro es la misma que está en su hogar.